“DONDE UNA PUERTA SE CIERRA, OTRA SE ABRE”
Por Andrea Calvete
Los vientos y ráfagas cargadas de distintas energías nos cierran y abren posibilidades. La vida es una conjunción de acontecimientos buenos y malos, sucesivos que se intercalan de tal modo que no hay lugar para la inercia, sino para el cambio y nuevas posibilidades.
Generalmente cuando se nos cierra una puerta, la desilusión y la desazón se apoderan de nosotros. Es como si una carga se instalara en nuestros hombros haciendo más pesado el camino.
Es en estos momentos, cuando el aire se hace escaso, la confianza se desvanece, y los temores se presentan intentando retenernos en su perversidad absurda.
Pero todo tiene un porqué en la vida, y los caminos que culminan al final avizoran otras bifurcaciones que nos permitirán cambiar el rumbo, volar en otro sentido.
Lo importante es no perder la esperanza, la confianza en uno mismo, el no derrotarse ante un portazo bien dado, pues es aquí cuando precisamos de toda nuestra ecuanimidad para enfrentar este golpe y permanecer de pie, y en caso de caernos levantarnos con la mayor hidalguía posible.
De toda caída se aprende, de todo camino transitado también, el aprendizaje es parte del crecer cada día, de abrirnos a nuevas posibilidades a cambios, que nos permitirán superarnos como individuos.
El permanecer frente a distintas puertas nos hace pararnos frente a la disyuntiva de la elección. Elegir ¡qué verbo maldito!, que nos pone entre la espada y la pared, nos hace enfrentar las situaciones aún cuando sentimos que no es el momento más indicado.
Pero el decidir correctamente es parte del aprendizaje de la vida, hay gente que se pasa una vida entera errando la puerta, sin lograr encontrar la adecuada. No es sencillo, pero tampoco imposible, es cuestión de reflexionar y aprender de las heridas para tomar la puerta correcta.
Y es así que cuando un árbol se muere, siempre cae de él una semilla que brota en la tierra, del mismo modo el ser humano tiene la capacidad de renacer día a día, pues existen una infinidad de posibilidades en nuestras manos, sólo es cuestión de advertirlas y no pasar por delante de ellas sin prestar la mínima atención.
El estar atentos será parte de saber tomar ese camino adecuado en nuestra vida. Pero a no desesperarse, aún nos quedan muchas puertas por descubrir, ¡por suerte!, pues si permaneciéramos siempre en la misma habitación, el aire se agotaría, los días se harían tediosos, y la energía no fluiría. Por eso no olvidar nunca la frase de Cervantes : “Donde una puerta se cierra, otra se abre”.