INESPERADO AMANECER
Reflejos de la aurora perfilaban en el espejo. Los tonos rosa y el trinar de los pájaros se entremezclaban con sus sueños aún profundos. Una leve brisa invadía con frescura la habitación. El despertador estaba por sonar, sin embargo, Antonella no podía abrir sus ojos, lo que soñaba era demasiado hermoso para interrumpirlo. No siempre los sueños tienen esa suerte de hacernos grata la noche, algunas veces se convierten en una verdadera pesadilla como parte de un plan caótico, y estamos deseando despertarnos. Sin embargo, la placidez de Antonella era como la de un niño que duerme profundo. La música no paraba de sonar agradable y contagiosa, las risas y las conversaciones abundantes, pero no desagradables. Todos vestían de gala, el aire festivo inundaba la velada. Antonella estaba complacida de estar allí bailando y riendo, en realidad se encontraba rodeada de gente a la que nunca había visto, sin embargo la hacían sentir feliz. La felicidad había quedado lejos de la realidad que la cir