VESTIDA DE TRISTEZA
Con el frío gris de la mañana se cubre los hombros, peina su mirada y perfuma su sonrisa. No hay un lugar en el cuerpo que no le duela, respira opresión, le falta el aire. Su mirada apática y descreída camina sin rumbo ni sentido. Vestida de tristeza rumbea sus días. Pálida, apagada parece desvanecerse entre los diferentes tonos de grises que componen el cielo. Así se para el día frente a un mar que sopla fuertemente, y a nubes encapotadas que la enciman. Con su ánimo de pocos amigos, enfrenta la jornada que la invita a quedarse adentro a calor de una estufa de leña, o un rico chocolate que caliente la tristeza que la acompaña. “¿Vale la pena engalanarse con esta energía”?, se pregunta, mientras de sus ojos se escapan lágrimas amargas que se disimulan en el resfrío que se ha instalado en su cuerpo. Sin embargo, por más que intente contestarse, no lo consigue. Vestida de tristeza carga un aura oscuro, un trinar agónico y los ojos de la desesperanza la envuelven con su manto c...