COLORIDO RINCÓN
Ramilletes floridos en una pequeña esquina, son una pizca de alegría para las miradas en este invierno. Traen a nuestras retinas los colores que se ausentan invadidos por el gris y la neblina, a ritmo de un melancólico bandoneón que suena de fondo. Desbordantes de colores y aromas, traspasan las imágenes y sonidos que los circundan, entibian el paisaje urbano, mientras esperan que alguien los elija para decorar un rinconcito de su hogar. Como las notas musicales, las flores embellecen los días, los minutos, esparcen su delicado aroma, perfuman el alma y los sentidos, algo adormecidos por las bajas temperaturas y los avatares de la vida. Las flores tienen esa generosidad de embellecer el entorno y a la vez llegar a tocar con delicada sutileza las fibras que han quedado mustias, casi por resquebrajarse. Sin embargo, ellas con suavidad y esmero logran colocar una sonrisa. Andrea Calvete