EL BANQUITO DE GONZÁLEZ
En este banquito González realizaba sus tareas escolares, con un lápiz cuya punta afilaba con una hojilla de afeitar y una miga de pan como goma de borrar. ¡Qué época!, ni escritorio, ni computadora, ni libros, apenas un cuaderno y una visita de vez en cuando a la biblioteca de la escuela. Un banquito de madera, bajo, redondo, más propicio para tomar mate, que para realizar tareas escolares. Pero él fue su gran compañero, el que le sostuvo el cuaderno, su lápiz, el que le permitió pasar por la tan querida escuela. Y es difícil no recordar con mucho cariño esta etapa, donde la niñez con su cara desbordante de alegría, inocencia, nos visita vacía de preocupaciones. Un pequeño escalón de la cocina servía de asiento a González, mientras que el banquito beige era el punto de apoyo, el escritorio que hacía posible que realizara sus tareas diarias. Este cuento es real, y quizás la narración le sea común a muchas personas que no contaron con todas las comodidades que poseen los niños y...