“ÉRASE UN HOMBRE A UNA NARIZ PEGADO”

Por Andrea Calvete El “olfato” o la percepción muchas veces nos permite advertir ciertos peligros o riesgos que se nos aproximan, es un don innato de cada individuo. Asimismo, es un sentido que nos proporciona muchas ventajas si lo sabemos utilizar. Si bien Quevedo le escribe una poesía “a un hombre de gran nariz”, con todos sus atributos, en este caso el tamaño no será lo trascendental, sino su agudeza al percibir los aromas, que cargan el aire haciéndolo liviano o tenso, así como todas las sensaciones en sus múltiples representaciones. Y en este ejercicio de percepción la sensibilidad que habite en cada individuo será parte primordial a la hora de enfrentar lo que se avecina. La mayoría de las veces, como forma de evitar sufrimientos o decepciones nos impermeabilizamos bajo un manto que nos impide percibir más allá de lo inmediato, o tal vez ni siquiera eso. El miedo y la desconfianza, producto de reiterados tropezones juegan en contra de nuestro...