EL AFILADOR
El silencio de la mañana me sorprendió con el silbato del afilador, hacía años que no lo escuchaba, la tranquilidad del feriado me llevó a los dulces recuerdos de la niñez. Reparé en que todavía era una profesión vigente, tan llena de anécdotas y de emociones, los olores de las mañanas de verano llegaron a este invierno que dará pronto paso a la primavera. Día a día a mitad de mañana el afilador pasaba en bicicleta a ritmo suave, mientras su silbato lo anunciaba . Cada tanto algún vecino lo paraba para que afilara las cuchillas, rato en el que dialogaban largo y tendido. Si bien pasaba todo el año, el verano ha quedado marcado en mis recuerdos, posiblemente porque era la época del año que más disfrutábamos, jugando a la paleta en la calle, o andando en bicicleta, o disfrutando de un día de sol sin reparos… porque la niñez tenía eso, no había preocupaciones, sólo la alegría del día a día de jugar y compartir con los amigos del barrio, ¡qué épocas! En mi casa mi papá afilaba él artesana