DONDE HABITA LA TRISTEZA

En la penumbra de un rincón olvidado, donde el sol apenas roza con sus tímidos dedos, habita la tristeza. No se anuncia, no golpea la puerta; se desliza como un susurro en el viento, envolviendo el alma en un manto de melancolía. Es un huésped silencioso, que se acomoda en el pecho, en el espacio entre latidos, donde los sueños se desvanecen en un mar de nostalgia. La tristeza se enmascara en lo más divertido de la fiesta, en el brindis más sentido, en los colores más fuertes o en los mejores ritmos. Aunque a simple vista la vemos en color gris o en el mirar ausente, suele estar en los lugares más inesperados. Se viste de depresión, se perfuma de pocas ganas, mientras busca su presa, no le importa sexo, edad o clase social, se aloja en todos y cada uno de ellos sin pedir permiso. Sin embargo, algunos intentan disimular su estadía, otros no le hacen caso, pero a ella le da lo mismo: se aloja cómoda hasta hacer estragos. Donde habita la tristeza los días se estiran como hilos...