LA FORTALEZA DE LA CICATRIZ

Existe una tendencia a creer que las personas más fuertes son menos sensibles, pero paradójicamente es esa sensibilidad la que les ha permitido transitar por los lugares más escabrosos. Del mismo modo, cada cicatriz se ha convertido en una fortaleza y ha solidificado su carácter. Las cicatrices son parte de nuestra historia, nos cuentan de nosotros mismos, de lo que somos y de lo que fuimos. Marcas, testigos silenciosos, que se hacen perceptibles en el cuerpo o en el alma. Pero para que algo cicatrice, cure, es necesario asimilarlo, aceptarlo, dejando atrás el rencor y el resentimiento, dos sentimientos que de alguna manera impiden la sanación o la cura. De este modo, las cicatrices cincelan lentamente, tallan, dejan huellas, surcos, espacios recorridos, marcan con su presencia nuestros días, haciendo cada uno diferente y significativo. Si miramos con atención, recordaremos cada una y el preciso momento en que se originaron. Algunas dejan secuelas más severas que otras, pero t...