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EL PERFUMADOR AMBIENTAL

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Su sonido, apenas un murmullo, se desliza en la quietud como el susurro de las olas que acaricia la orilla. Como un eco lejano invita a la imaginación a desplegarse y a los sentidos a despertar. El ruido del perfumador ambiental testigo mudo del tiempo, nos hace tomar conciencia del silencio del hogar, porque cuando hay ruidos pasa desapercibido. Su sonar cada 36 minutos nos rememora ese tic tac de los relojes antiguos, o de los péndulos que se movían para marcar los segundos, o del resonar del campanario a la hora exacta, acontecimientos que nos conducen quizás por otros tiempos en el que los minutos corrían más descontracturados. De todas formas, los minutos continúan siendo los mismos, los que hemos cambiado hemos sido nosotros con nuestra forma de encarar los días. Siempre me ha cautivado el sonido constante de los relojes, campanarios, péndulos, y ahora perfumadores, por tener esa particularidad de hacernos tomar conciencia de ese tiempo marcado en forma constante y perfecta, del ...

ALMA MATER

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Lo miré mustio, agonizante, despidiéndose de lo que quedaba de su hidalguía. Era tiempo de partir, más yo no lo admitía. Él me miraba cansado, mientras absorbía las gotas de agua que le permitían mantenerse en pie. Así se brindaba, indudablemente era un alma mater. En pie era un decir, el bello romero añejo se arrastraba por el suelo en busca de sol. Originariamente había sido plantado junto a un jazmín del cabo, con el tiempo ambos fueron creciendo y alejándose de la pared lindera en busca del astro rey. Mientras que el jazmín logró equilibrarse con el tiempo, el romero fue quedando mustio. Sin embargo, del romero nació un hijo que creció llenó de fuerza y vigor, seguramente por haber sido plantado en un lugar ideal y además por ser descender de un grande. El viejo romero alma mater lleva consigo tantos recuerdos, años de felicidad, de silencios, de sonidos, de alegrías y tristezas, años de vida en familia. También en su sombra la ausencia y presencia de los seres que han partido y...

PRIMA VERA

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El viento de Prima Vera  pasea por las calles y  los jardines, rapta a quien camina por sus aceras y los transforma en flor, al tiempo que Venus despeina los cabellos a los que se sumergen en la nueva estación. La diosa romana del amor, belleza y fertilidad ronda entre las flores y los brotes que llegan a perfumar las mañanas. Mientras Mercurio el mensajero de los dioses aletea para que se pose entre las almas el espíritu de Prima Vera. Un espíritu lleno de tonalidades y aromas, de perfumes que se pierden entre las flores, en el que los sentidos se abren a la vida, los deseos renacen luego de la quietud y pasividad del invierno. El sol sonríe a la vida, las nubes se esfuman, los ojos centellean mientras Prima Vera se pasea a través de la brisa. Es una fiesta, en la que todo resurge, comienza un nuevo ciclo, se renueva la esperanza y la alegría, se cargan de energía los corazones abatidos, y los colores invitan a perderse en el arcoíris más bello. Una monótona humedad...

ENAMORARSE

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No siempre somos conscientes de estar enamorados, generalmente nos damos cuenta cuando esa sensación recurrente de bienestar nos habita. En definitiva es un estado en el que la vida nos sonríe a pesar de sus ingratitudes, el viento nos acaricia en las mejillas y el sol brilla con esmero. El fundirnos con un atardecer, o perdernos en una mirada, o maravillarnos con un día de lluvia suelen ser las antesalas  de este estado que nos acuna, que nos invita a perdernos en un suspiro o una dulce y agradable caricia. Las palabras son grandes seductoras , pueden llegar a ser incansables artesanas a la hora de embriagarnos con astucia y simpatía. Así nos embarcamos a escuchar un relato en el que nos sumergimos lentamente hasta que nos hallamos nadando en un mar profundo y lejano. El perfume que nos induce a este estado suele ser atrapante, con notas agrestes algunas veces nos visita , otras con notas cítricas y frescas , y no falta la ocasión en que el dulzor de su aroma nos conduce...

LUNA NEGRA

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La noche se abre bajo un cielo oscuro lleno de estrellas, donde la luna negra hace su aparición y dificulta su visión. Sin embargo, enigmática se insinúa y coquetea, mientras se percibe un cierto embrujo en la brisa. El rocío cubre las plantas y el césped, a tiempo que se entremezclen fragancias silvestres con el olor de la tierra húmeda. El romero sobresale y destaca con su personalidad aromática, mientras se entrelaza delicadamente con el dulce perfume del jazmín del país. A lo lejos, pequeños cristales a ritmo de cajas musicales se perciben y embriagan la noche que llega para apaciguar el día, y dar cabida al descanso o al ritmo vertiginoso de quien transita el insomnio y se activa en la noche. Un ladrido perdido parece perturbar la armonía, pero se esfuma lentamente, mientras la brisa permite que las hojas del bananero se sacudan y produzcan un sonido suave y placentero, e invita a perderse en él a quien desee caminar por entre sus notas para viajar en esta magnífica noche...

REZOS Y PLEGARIAS

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Perfume de lavanda invade el aire, la tierra levemente mojada entremezcla su esencia y penetra para dejar fluir la armonía que vuela y se esparce. Notas celtas parecen colarse desde la ladera de una montaña donde se alcanza a ver el mar encrespado. Por los alrededores, una mujer llena su cesta de lavandas para armar pequeños ramos que servirán no sólo para decorar su casa de piedra, sino para evocar a Áine, la diosa del aire, que se cuela en las noches tibias y fértiles del verano. Fluye el viento y despeina los pastizales. Flores silvestres de diferentes tonalidades alimentan el paisaje con armoniosa alegría, mientras que las libélulas revolotean delicadamente al ritmo de lejanas arpas que suenan desde el pueblo. Se cierra la puerta, las luces se encienden y por entre las ventanas se reflejan los ramilletes de lavanda. La armonía surge en comunión con el color y el aroma de las flores que fueron recogidas con especial entusiasmo. Los ojos de aquella mujer han cobrado vida, sus...