LEYENDA AYMARA
En la profundidad de un lago aymara duerme Amaru, lleva tiempo sin aparecer. A esta altura los pobladores han olvidado su existencia, no tienen ni si quiera tiempo de pensar, la sequía lo consume todo, áridos de ilusiones y de plegarias esperan el fin de sus días resignados. El intenso calor y la falta de agua marchita las hojas, agrieta las rocas, levanta remolinos de polvo y enciende resignación en los corazones resecos y abrumados frente a una muerte inminente. A ritmo de las estaciones a más de 3.000 metros de altura en los Andes los Aymara rinden culto a la Pachamama y a la serpiente Amaru para que los provean de agua y una vida en equilibrio. Han subsistido en diversas ocasiones gracias a su reciprocidad, que está íntimamente ligada al principio del ayne: “La petición de ayuda en el presente, será correspondida en el futuro”. Sin embargo, hoy se encuentran algo descreídos, parece que sus deidades los han olvidado. La única planta que aún queda con vida es la de Qantu, a pe...