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ENSANCHAR LA VIDA

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No se trata de contar los días, sino de hacerlos inmensos, como un cielo que dilata el amanecer. De nada sirve prolongar el tiempo si lo atravesamos con prisas, con la mirada perdida en un mañana que siempre parece lejano. Ensanchar la vida es otra cosa: es desplegar el instante, sentir cómo cada momento se vuelve ancho, hondo e infinito. Ensanchar la vida es llenarla de presencias, de esos pequeños placeres que se posan en el alma como un rocío suave. Es dejar de esperar el momento perfecto para vivir, y darnos cuenta de que el ahora es la única certeza. Es atreverse a oler la tierra mojada tras la lluvia, a saborear sin culpa el dulce de la tarde, a detenerse en medio del camino solo para ver cómo el viento baila entre los árboles . Cuando ensanchamos el presente, el tiempo deja de ser un río que huye y se convierte en un lago sereno donde todo cabe: el asombro de una risa, el calor de un abrazo, la música de una palabra dicha a tiempo. Es entonces cuando entendemos que no se t...

EL ABISMO DE LA DESOLACIÓN

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Traspasar cualquier tipo de abismo suele ser como abrir una puerta que vuela en el momento en que lo cruzamos. Cuando nos hundimos en el abismo de la desolación el aire comienza a escasear y las esperanzas se apagan a fuego lento. Un abismo húmedo, frío y oscuro, que nos deja tras enormes rejas. Se cuela entre los barrotes la miseria con su daga en mano, mientras nos oprime con su filo cortante y nos quita la poca esperanza que entra a través de los escasos rayos del sol. Es en estos momentos en los que nada parece claro, quisiéramos disculparnos con todos los que nos hemos equivocado, saldar viejas cuentas, para mirar con menos pesos sobre los hombros hacia adelante. Aunque, cuando todo parece perdido uno se pregunta: “¿Qué más da?” El abismo de la desolación abre sus puertas cuando lentamente nos vamos dando por vencidos, y cerramos las ventanas a los posibles, y abrimos las puertas al desaliento y a la desidia. Y de reojo nos mira la tristeza. Si bien no podemos evitar que e...

FABRICANTE DE RESPUESTAS

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En un acto reflejo elevó su mirada al cielo, se perdió entre las nubes en busca de una respuesta. Navegó entre los recuerdos, saltó entre las risas de su infancia, caminó por las orillas de sus relaciones, y buscó entre los anaqueles de sus afectos, así se deslizó entre nubes vaporosas llenas de encanto y magia hasta llegar a un nubarrón que amenazaba con tormenta. Las tormentas también tienen sus encantos, los contrastes del cielo son impactantes, permiten transitar por esas divergencias conmovedoras que son los que marcan esos quiebres o puntos de inflexión. Si bien la armonía suele ser parte de la paz de nuestros días, algo de sal y de pimienta también son necesarias para sentir que nos corre sangre por las venas, o que nuestro pulso aún sigue latiendo. Así la tormenta que avizoraba si bien le generó un nudo en su estómago, le produjo un cosquilleo cargado de emoción, entonces con el impulso renovado se dirigió hacia el ojo de la tormenta. Paralizado ante aquella imagen majestuosa...

EL ALMA DE UNA CASA

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Los postigos levantados eran señal de que alguien ya estaba en pie en aquella casa. La ciudad comenzaba a despertarse lentamente, con un bostezo grande lleno de pereza, propio de cada comienzo en el que todo engrana lentamente. ¿Por qué será que las primeras horas de la mañana pasan volando? Estamos algo dormidos o poco espabilados, lo cierto es que todo lleva más tiempo y se hace más lento. Por las calles el tránsito aumentaba lentamente, y el olor a café invadía las veredas, así como la presencia de algún vecino que ya pasaba con su termo y mate debajo del brazo. Aquella pequeña casa en la que todo parecía relucir, desde las ventanas prolijamente pintadas de blanco, los canteros del jardín lleno de flores coloridas, como la puerta con terminación ovalada invitaba a los transeúntes a entrar. Por encima de la puerta, una pequeña Santa Rita tupida de flores rojas era el marco que coloreaba la entrada. En este hogar vivía, hacía más de veinte años, una pareja mayor ya jubilados...