¿CÓMO REVERTIR UN FRACASO EN UN ÉXITO?
A pesar de que en el camino tropecemos, caigamos, o nos lastimemos “a un gran corazón, ninguna ingratitud lo cierra, ninguna indiferencia lo cansa”, así lo expresa Tolstoi. Pero, de la mano de las caídas o fracasos, surge el sentimiento de ingratitud. Precisamente cuando de ingratitud se habla, es decir de la falta de reconocimiento por parte de alguien, esa experiencia no debe abatirnos o amedrentarnos, por el contrario debe fortalecernos, de modo de poder ponernos de pie ante esa situación y que nuestra alma salga enriquecida. Ingratitudes e ingratos se presentarán a granel, pero no podemos permitir que estos acontecimientos o personas logren su cometido, pues el hombre de bien cuenta con la conciencia del deber cumplido, de las cosas bien realizadas, y eso deberá prevalecer en nuestras cabezas, pues hemos procedido de acuerdo a nuestra conciencia, y ella está limpia y tranquila. Pero a pesar de haber procedido bien, si las cosas no salieron como esperábamos y nos han defraudado,