¿HASTA DÓNDE PUEDE LLEVARTE EL ENOJO?
Las situaciones que nos sacan de las casillas, enfurecen o nos dejan fuera de control, no son buenos hilos conductores para poder defender lo que nos preocupa, enoja o desespera. Si dejamos que salte nuestra llave térmica, posiblemente se disparen palabras que jamás deberíamos haber dicho, razonamientos descontrolados y epítetos cargados de vehemencia, enojo, desazón o furia. Existe un refrán que bien nos invita a contar hasta diez antes de hablar enfurecidos, pero sin embargo muchas veces no logramos controlar ni la primera palabra que emitimos porque después que se dispara, llegan otras como la lava de un volcán. En ocasiones, lo que nos enoja es insignificante, pero como venimos bastante acelerados y cargados de problemas, alcanza con un solo contratiempo para que se suceda un sinfín de situaciones que hubiéramos preferido evitar. Aunque todo tiene un límite, en muchas oportunidades lo alcanzamos sin darnos cuenta, sin buscarlo o premeditarlo, simplemente porque nos encont