EL TIEMPO QUE NOS QUEDA

En una suerte de orfandad buscamos ser parte del tiempo que nos queda. Los minutos no se detienen, continuamos en esa lucha por liberarnos del pasado y proyectarnos hacia el futuro, mientras el presente se nos escapa fugaz. Gestionar esos instantes en los que podemos sentirnos plenos es toda una odisea. Mientras tanto, los minutos transcurren espiralados y nos llevarán mucho más allá de lo que somos capaces de imaginar. El tiempo no nos discrimina, nos da cabida todos por igual y acompasa nuestro accionar. Sin embargo, por momentos les cerramos puertas y ventanas, porque enmarañados con un sinfín de tareas dejamos de percibir su dimensión real. Ser parte del tiempo que nos queda es abrirnos a disfrutar, a sentir, a aprovechar, a buscar soluciones, a quejarnos menos y hacer más, para así desdoblarnos en el tiempo y ser parte de él. ¿Cómo nos desdoblamos en el tiempo? Una pregunta que cada cual se la contestará a su manera, y se desdoblará en un paisaje, en un cielo, en un sonido, en un ...