FRENTE AL MAR
Frente al mar se desnudan los recuerdos mientras las olas rompen en paz y en furia, en ruido y en silencio. El vaivén ondulante de sus movimientos remueve las imágenes olvidadas, transforman el sol en un reflejo mágico. Dorados amaneceres se mezclan con mediodías cálidos, los atardeceres no tarden en llegar esperanzados en un cielo de luna llena y estrellado.
Callados los recuerdos se pasean descalzos, se mojan los pies en la orilla, mientras los deseos revolotean al viento para unirse con la próxima ola. Los enojos se alivianan con la brisa del mar, y las preguntas parecen encontrar una respuesta en el trinar de una gaviota. El yodo del aire abre paso a la esperanza que se dibuja tímida.
Frente al mar se sinceran las emociones, llegan a hablar sin reparos. Como un verdadero confesor guarda antiguos secretos, algunos enterrados en las profundidades descansan y otros deambulan en busca de ser perpetrados. Como una suerte de espejo, escucha y refleja esa esa imagen oculta a los ojos miopes.
Los azules, verdes y turquesas se toman de la mano mientras el blanco de las olas dibuja con encanto sus movimientos geométricos pero descontracturados. En una suerte enigmática quedan extasiados las dudas que se diluyen tranquilas mientras la paz aparece reflejada en esa bella melodía que se ejecuta con la ruptura de cada ola.
La magnificencia del mar abre sus puertas para sentir esa conexión única e incomparable, en la que los sentidos son capaces de vibrar al ritmo de su encanto y belleza, donde la magia de la vida palpita en cada instante.
Frente al mar, los posibles se avizoran y las cenizas del pasado se diluyen, mientras el devenir clama. Las nubes se entremezclan y acompañan su movimiento constante, su fluir permanente abre el vuelo para que en este preciso instante dejemos ser todo lo que hay en nosotros y aún no ha salido a flote.
Andrea Calvete