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SI NO SUMA QUE NO RESTE

Atrincherados en la nube de los deseos los sí esperan a que les demos cabida, a que los dejemos volar. Nubarrones grises se interponen, los aprisionan, por temor, indecisión, o simplemente por no ver con claridad el camino a seguir. Lo claro es que si no suma que no reste.

En esa puja por decidir, entran en nuestra vida conceptos y personas que en realidad no tienen demasiada cabida, sería atinado preguntarnos si agregan algo , si aportan de alguna forma a nuestro día a día, y lo más importante es que no nos quinten tiempo o energía, elementos que en la medida que pasa la vida se hacen más escasos y necesarios.

Evidentemente, de lo malo, de lo difícil es donde más aprendemos, porque desde las cicatrices nos fortalecemos, y resurgimos como el Ave Fénix. Sin embargo, está en cada uno no desaprovechar cada instante, cada día en el que tenemos un sinfín de oportunidades para sumar, para elegir y hacer que cada momento sea irrepetible y mágico. Quizás aquí radique la mayor dificultad, porque la gris y aburrida rutina llega para interponerse entre nuestras ganas, creatividad y esmero, de manera que por momentos se desvanecen las esperanzas.

Cada día tiene su encanto, un día de lluvia un día especial para escuchar su sonido, perderse entre los aromas que se realzan con el agua que baña la naturaleza, o maravillarse con los sonido impactante de los relámpagos que son sinfonía para ese caer armonioso de las copiosas gotas. Un día de sol, brillante y radiante nos invita a soñar a pasear llenos de energía y esperanza, a vibrar con cada rayo que se esparce. Un día nublado, en el que los pensamientos se aplacan, bajan sus revoluciones, y buscan por los estantes húmedos de los recuerdos, improvisan desde la tenue apatía. Así la enumeración podría continuar, mientras nuestros estados anímicos se pasean al ritmo del tiempo y sus días.

Es cuestión de mentalidad, es cambiar la actitud y ver de lo que nos pasa lo que suma, lo que aporta, lo que nos deja crecer como seres humanos, dejando atrás lo que nos empequeñece. Es permitir que la mente grande triunfe sobre la mente pequeña. Atrincherados en la nube de los deseos los sí esperan a que les demos cabida, a que los dejemos volar. Nubarrones grises se interponen, los aprisionan, por temor, indecisión, o simplemente por no ver con claridad el camino a seguir. Lo claro es que si no suma que no reste.

Andrea Calvete

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