LOS ESTANTES DE LA MEMORIA
Diversas estanterías se alojan en el bagaje de la memoria, algunas bien a mano y otras no tanto. Cuando revisamos con cuidado aparecen episodios olvidados, sonrisas bien guardadas, lágrimas escondidas,… tantos recuerdos imborrables en el tiempo. La estantería de la niñez, marcada por entusiasmo y júbilo, por la risa constante, y el correteo propio de la edad. Aquí se acomodan las travesuras, meriendas, tardes de cine, circo, teatro, dibujitos animados, cuentos, cumpleaños con amigos, Reyes Magos, Papá Noel, el Ratón Pérez, los abuelos , los padres con su mano acariciando la cabeza… y la ilusión que es inherente en la mirada. Luego se aproxima la etapa de la adolescencia, cuestionadora, desafiante, donde las alas desbordan hacia el cielo. Los amigos, los padres, la familia, pilares que nos sostienen en esta maravillosa estantería, llena de cuestionamientos y preguntas por conquistar y resolver. Al llegar a la edad adulta nos ponemos en contacto con las responsabilidades, l