TRANSFORMARSE EN MARIPOSA

Cuando menos lo pensamos somos testigos de la metamorfosis de nuestra propia existencia, en la que día a día nos paramos ante un nuevo enigma, o un inesperado desafío en el que dejamos lo que fuimos, nos paramos ante lo somos de cara a lo que seremos. Nos hemos transformado en mariposa. Convertirse en mariposa requiere de trabajo, esfuerzo, tesón y esmero, nada se logra de la noche a la mañana, y sobre todo de paciencia. Cuando la crisálida comienza su camino endeble busca sobrevivir para poder transformarse lentamente en ese gusano de seda. Pero no es garantía que nos hayamos transformado en mariposas que nuestras alas nos se quemen con el sol intenso. La fragilidad es parte de la esencia que nos construye como seres humanos, de la curiosidad sin descreimiento o del exceso de apasionamiento. Las mariposas tienen un valor simbólico y esotérico que ha sido desarrollado a lo largo del tiempo, representan los cambios, la transformación y la evolución. A los seres humanos nos intriga