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CUESTIÓN ARITMÉTICA

Sumar o restar, multiplicar o dividir, simples operaciones aritméticas que se correlacionan con cada acto de nuestra vida, y tienen que ver con cómo llevamos adelante nuestros días.
 
Sumamos cuando agregamos contenido a nuestros minutos, al estar en compañía de seres que nos enseñan, estimulan, nos invitan a pensar, a reflexionar y a aprender. Quien con su pequeño grano de arena colabora y suma, porque desde lo individual se llega a lo colectivo. 

Lo que resta es porque de alguna forma sobra, está de más, o no agrega, entonces por diferentes razones es necesario suprimir, porque oprime, desgasta, ahuyenta, o simplemente genera mala energía. A medida que caminamos comprendemos que lo que resta es mejor quitarle importancia y contenido, sin embargo algunas veces para valorar lo que suma es importante poner sobre la mesa lo que resta.

Dice un viejo proverbio : “divide y reinarás”, es parte del cometido de muchas personas que es su afán por protagonizar, olvidan que a la larga o a la corta todo sale a la luz. Por otra parte, quien divide desde esta perspectiva lo hace desde la controversia, con el afán de enfrentar, y en definitiva de destruir. En tal sentido, esta operación puede ser muy destructiva, aunque ha sido aplicada a lo largo de la historia de la Humanidad. Pero, dividir referido a repartirnos el tiempo, el espacio, y las diferentes actividades que tenemos que llevar a cabo tiene que ver con cómo nos organizamos y priorizamos lo que realmente es importante en nuestro camino.

Sin embargo, me gustaría detenerme en lo que multiplica, en lo que de alguna manera reproduce y agrega, es así que multiplica quien logra hacernos reír, o simplemente nos escucha desde el corazón. Cuando alguien nos brinda su tiempo y atención, se multiplica la dicha, la gratitud, y sobretodo el amor tan necesario para confraternizar y coexistir entre las personas.

Del mismo modo que con el resto de las operaciones, para que algo multiplique en contrapartida debemos haber pasado por la operación de la división, porque cuando experimentamos esa dualidad de vida entonces valoramos lo que falta, lo que equilibra y da sentido. Desde luego, la falta de tiempo uno de los males de nuestros días lleva a dividirnos en mil pedazos, para poder entonces repartirnos en ese sinfín de cosas que nos proponemos, hasta que finalmente comprendemos que las operaciones combinadas son las que realmente dan resultado, entonces restamos para equilibrar la balanza.

Como seres vivos nos enfrentamos día a día a esa dualidad existencial, en donde surgen matices, tonalidades, en donde todo opuesto encuentra su complementario, porque la vida permanentemente nos da las respuestas, sólo hay que estar abiertos y atentos a escucharlas y a observarlas con atención. Así cada una de estas operaciones simples adquirirán significado y relevancia en nuestros días, y los resultados serán lo más equitativos posibles de acuerdo a nuestras decisiones más o menos acertadas.

Andrea Calvete

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