RUIDOS EN LA LÍNEA
Los ruidos en la línea suelen ser molestos distorsionan la atención, nos sacan de sintonía, y además nos llevan a cuestionarnos. Pueden ser producto de algo que nos cuentan, o escuchamos, lo importante es que sintonizan en nuestros pensamientos y allí se paran a hacer ruido.
Algunas veces alcanza un simple comentario que nos llega de la mano de alguien para hacernos dudar, otras agarramos una conversación por la mitad y entendemos lo que podemos… pero múltiples motivos nos pueden conducir hacia las dudas, hacia la desconfianza y también a no saber cómo proceder frente a lo que estamos escuchando.
Siempre lo más sencillo de todo es aclarar con quien tengamos la necesidad de hacerlo, el tema es que algunas veces esas preguntas que se generan surgen porque una tercera persona llega para decirnos algo de lo que realmente no tenemos certeza, y por allí también se nos dificulta preguntar, pero generalmente es algo que nos sorprende y nos agarra quizás haciendo equilibrio.
Generalmente, cuando estos ruidos en la línea se producen tienen mucho que ver con “lleva, va y dile”, ese “llevar y traer” que no conduce a nada más que a malos entendidos, en la mayoría de las situaciones lo mejor de todo es hacer caso omiso, pero el bichito de la conciencia siempre está allí para recordarnos lo que nos dijeron, o aquello que nos llamó la atención y de alguna manera nos sorprendió.
Los malos entendidos se suceden día a día, el tema es que cuando se generan porque intervienen otras personas las cosas se complican. Algunas veces lo mejor es cuando nos cuentan ciertas cosas, pedir a quien lo está contando que se detenga, al menos hasta averiguar fehacientemente si es cierto y no generar más dudas, o simplemente cortar con ese cuento, que la única pregunta que cabe es : “¿Por qué esta persona me está contando esto a mí?”
Quizás nos lo cuente para advertirnos, para ayudarnos, o no, simplemente para generar dudas, confrontación o enfrentamiento, por eso es muy importante considerar de quien proviene la información y con qué fin la estamos recibiendo. Si el fin es pelearnos con alguien allí empezamos muy mal, sin embargo si es advertirnos de determinada situación está en nosotros corroborar lo que nos están diciendo y estar entonces prevenidos.
No es todo oro lo que brilla como tampoco es cierto todo lo que las personas cuentan, entonces hay que ser cuidadosos cuando recibimos una información que no es de nuestro agrado, primero corroborar la fuente, la validez y el fin con que está siendo entregada a nosotros.
Los ruidos en la línea pueden distorsionar mucho el sonido, podemos escuchar algo para lo que aún no estamos preparados, o simplemente no es de nuestra incumbencia. Pensemos que nos es muy difícil algunas veces manejar los hilos de nuestra propia existencia, mucho más cuando la información que manejamos tiene que ver con la vida de otras personas. Por otra parte, algunas veces la información se va distorsionando desde la salida hasta que llega a nosotros de tal manera que cuando la recibimos poco tiene que ver con lo que fue su punto de partida.
Así que cuando hay ruido en la línea es mejor cortar la comunicación, para establecer una línea segura y sin interferencias o sonidos deformados por motivos que quizás están aún más lejanos a entenderlos. Lo importante es no seguir ampliando algo que no sabemos si es verdad o simplemente es una información que se asemeja a una bola de nieve que va incrementando el tamaño hasta que se rompe en mil pedazos cuando choca y detiene su marcha.
¿Por qué son tan molestos los ruidos, por qué generan esa sensación de distracción e incomodidad?
Cuando hay armonía en los sonidos, o lo que escuchamos generalmente lo incorporamos sin problemas. Sin embargo, cuando se produce un sonido que altera nuestra percepción, la modifica, entonces pasamos a prestarle atención, pero si no es de nuestro agrado entonces pasa a molestarnos a incomodarnos, y dejamos ese lugar de confort en el que nos encontrábamos. Y esto no es nada menor, porque dada la dinámica del día a día, es difícil hallar ese lugar en el que nos sintamos a gusto o al menos tranquilos, por lo tanto, cualquier cosa que nos altere y nos saque la armonía pasará a ser una molestia.
Los ruidos en la línea distorsionan la atención, nos sacan de sintonía, y además nos llevan a cuestionarnos, de manera que se establece la duda, la desconfianza y detrás de ello nada bueno se puede construir porque los cimientos para que sean sólidos tienen que establecerse a partir de confiar en las personas que nos rodean.
Andrea Calvete
Algunas veces alcanza un simple comentario que nos llega de la mano de alguien para hacernos dudar, otras agarramos una conversación por la mitad y entendemos lo que podemos… pero múltiples motivos nos pueden conducir hacia las dudas, hacia la desconfianza y también a no saber cómo proceder frente a lo que estamos escuchando.
Siempre lo más sencillo de todo es aclarar con quien tengamos la necesidad de hacerlo, el tema es que algunas veces esas preguntas que se generan surgen porque una tercera persona llega para decirnos algo de lo que realmente no tenemos certeza, y por allí también se nos dificulta preguntar, pero generalmente es algo que nos sorprende y nos agarra quizás haciendo equilibrio.
Generalmente, cuando estos ruidos en la línea se producen tienen mucho que ver con “lleva, va y dile”, ese “llevar y traer” que no conduce a nada más que a malos entendidos, en la mayoría de las situaciones lo mejor de todo es hacer caso omiso, pero el bichito de la conciencia siempre está allí para recordarnos lo que nos dijeron, o aquello que nos llamó la atención y de alguna manera nos sorprendió.
Los malos entendidos se suceden día a día, el tema es que cuando se generan porque intervienen otras personas las cosas se complican. Algunas veces lo mejor es cuando nos cuentan ciertas cosas, pedir a quien lo está contando que se detenga, al menos hasta averiguar fehacientemente si es cierto y no generar más dudas, o simplemente cortar con ese cuento, que la única pregunta que cabe es : “¿Por qué esta persona me está contando esto a mí?”
Quizás nos lo cuente para advertirnos, para ayudarnos, o no, simplemente para generar dudas, confrontación o enfrentamiento, por eso es muy importante considerar de quien proviene la información y con qué fin la estamos recibiendo. Si el fin es pelearnos con alguien allí empezamos muy mal, sin embargo si es advertirnos de determinada situación está en nosotros corroborar lo que nos están diciendo y estar entonces prevenidos.
No es todo oro lo que brilla como tampoco es cierto todo lo que las personas cuentan, entonces hay que ser cuidadosos cuando recibimos una información que no es de nuestro agrado, primero corroborar la fuente, la validez y el fin con que está siendo entregada a nosotros.
Los ruidos en la línea pueden distorsionar mucho el sonido, podemos escuchar algo para lo que aún no estamos preparados, o simplemente no es de nuestra incumbencia. Pensemos que nos es muy difícil algunas veces manejar los hilos de nuestra propia existencia, mucho más cuando la información que manejamos tiene que ver con la vida de otras personas. Por otra parte, algunas veces la información se va distorsionando desde la salida hasta que llega a nosotros de tal manera que cuando la recibimos poco tiene que ver con lo que fue su punto de partida.
Así que cuando hay ruido en la línea es mejor cortar la comunicación, para establecer una línea segura y sin interferencias o sonidos deformados por motivos que quizás están aún más lejanos a entenderlos. Lo importante es no seguir ampliando algo que no sabemos si es verdad o simplemente es una información que se asemeja a una bola de nieve que va incrementando el tamaño hasta que se rompe en mil pedazos cuando choca y detiene su marcha.
¿Por qué son tan molestos los ruidos, por qué generan esa sensación de distracción e incomodidad?
Cuando hay armonía en los sonidos, o lo que escuchamos generalmente lo incorporamos sin problemas. Sin embargo, cuando se produce un sonido que altera nuestra percepción, la modifica, entonces pasamos a prestarle atención, pero si no es de nuestro agrado entonces pasa a molestarnos a incomodarnos, y dejamos ese lugar de confort en el que nos encontrábamos. Y esto no es nada menor, porque dada la dinámica del día a día, es difícil hallar ese lugar en el que nos sintamos a gusto o al menos tranquilos, por lo tanto, cualquier cosa que nos altere y nos saque la armonía pasará a ser una molestia.
Los ruidos en la línea distorsionan la atención, nos sacan de sintonía, y además nos llevan a cuestionarnos, de manera que se establece la duda, la desconfianza y detrás de ello nada bueno se puede construir porque los cimientos para que sean sólidos tienen que establecerse a partir de confiar en las personas que nos rodean.
Andrea Calvete