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TÚNEL DE PLÁTANOS

Al costado de la avenida se entrelazan los plátanos, con su corteza plateada llena de historias, se desprenden sus doradas hojas en una alfombra acolchonada y crujiente. Testigos silenciosos, forman un túnel por el que transitan autos, ómnibus y transeúntes en diferentes sentidos. Sus inmensas copas se mueven atinadas con el viento tibio de la tarde que cobra vida.

De la corteza de los plátanos fluye un mundo de colores tenues, verdes musgos, lavandas, grises, y plateados. Sus troncos manchados regalan tonalidades que se esfuminan entre las grises veredas. Dejos de humedad se entremezclan en su musgosa y resistente madera que sabe a otoño y a hojas secas.

Caminan despreocupados a su ritmo, están en su mundo carente de prisas, descontracturados se llevan los minutos por delante con total desenfado. Doradas las veredas crujen mientras se abren paso, ella lleva una mini, el pelo castaño largo suelto, él rubio con el cabello rebajado, caminan de la mano, mientras que la bicicleta del joven los acompaña a la derecha de la pareja.Quizás alcanzan los quince años, hace tres meses les veo pasar mientras espero el ómnibus y me pregunto cuánto tiempo los mantendrá juntos la vida, se los ve felices, como si el sol les abriera el camino, y la lluvia los bañara de una energía especial. Lo que es claro es que están enamorados. Ese primer amor adolescente que los acompañará de por vida y quizás marque de alguna manera sus rumbos. Pero a ellos no les interesa pensar, disfrutan el presente como si el futuro fuera todo de ellos, como si pudieran detener el tiempo en cada instante en el que se pasean por la vereda.

Al costado de la avenida se entrelazan los plátanos, con su corteza plateada llena de historias, se desprenden sus doradas hojas en una alfombra acolchonada y crujiente. Testigos silenciosos, forman un túnel por el que transitan autos, ómnibus y transeúntes en diferentes sentidos. Sus inmensas copas se mueven atinadas con el viento tibio de la tarde que cobra vida.

Sí vienen del liceo, probablemente rumbo a sus casas, día a día repiten el mismo ritual entusiasmados, las estaciones los van viendo pasar ligeros de ropa con la frescura de la juventud, a ellos le da lo mismo el tiempo, toda ocasión es una fiesta para celebrar este camino que los mantiene unidos y esperanzados.

Se llena la parada, las horas en punto son clave para el pasaje de ómnibus, el murmullo se incrementa, varias personas parecen conocerse y hablan entusiasmadas, mientras uno a uno van pasando puntuales los ómnibus. La parejita se pierde en la lejanía, se dibujan como un cuadro, posiblemente la vida los lleve por diferentes caminos, pero seguro que este recorrido lo guardarán en su corazón por siempre, conjuntamente con esa imagen etérea y despreocupada, jovial e inocente con la caminan entrelazados en estas tardes de otoño bajo el túnel de plátanos que los cobija.

Al costado de la avenida se entrelazan los plátanos, con su corteza plateada llena de historias, se desprenden sus doradas hojas en una alfombra acolchonada y crujiente. Testigos silenciosos, forman un túnel por el que transitan autos, ómnibus y transeúntes en diferentes sentidos. Sus inmensas copas se mueven atinadas con el viento tibio de la tarde que cobra vida.

Andrea Calvete

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