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EL TIEMPO QUE NOS QUEDA


En una suerte de orfandad buscamos ser parte del tiempo que nos queda. Los minutos no se detienen, continuamos en esa lucha por liberarnos del pasado y proyectarnos hacia el futuro, mientras el presente se nos escapa fugaz. Gestionar esos instantes en los que podemos sentirnos plenos es toda una odisea. Mientras tanto, los minutos transcurren espiralados y nos llevarán mucho más allá de lo que somos capaces de imaginar.

El tiempo no nos discrimina, nos da cabida todos por igual y acompasa nuestro accionar. Sin embargo, por momentos les cerramos puertas y ventanas, porque enmarañados con un sinfín de tareas dejamos de percibir su dimensión real.

Ser parte del tiempo que nos queda es abrirnos a disfrutar, a sentir, a aprovechar, a buscar soluciones, a quejarnos menos y hacer más, para así desdoblarnos en el tiempo y ser parte de él.

¿Cómo nos desdoblamos en el tiempo? Una pregunta que cada cual se la contestará a su manera, y se desdoblará en un paisaje, en un cielo, en un sonido, en un color, en un gusto, o una textura. Así a través de un libro, una sinfonía, una obra de arte, somos capaces de vibrar en otra sintonía en donde el tiempo adquiere un brillo especial, en el que la armonía nos sonríe.

El tiempo una dimensión que puede ser una eterna agonía o el lugar más sublime. Y aunque generalmente somos en ese tiempo de acuerdo con lo que nos sucede, no somos conscientes que en eso que nos pasa está el cómo gestionamos nuestros pensamientos, en cómo nos disponemos a participar de esos minutos. Porque ineludiblemente somos lo que pensamos, por lo tanto, si estamos dispuestos a rodearnos de lo mejor que habita en cada uno de nosotros, comulgaremos entonces con la mejor vibración de este aquí y ahora al que estamos todos invitados a participar y a disfrutar.

En una suerte de orfandad buscamos ser parte del tiempo que nos queda. Los minutos no se detienen, más cuando comenzamos a soltar las ataduras comprendemos que este y aquí puede llegar a ser un hermoso lugar al que se nos abren las puertas constantemente, pero debemos estar dispuestos a entrar sin preconceptos, con la mente abierta a gestionar cada instante de la mejor manera. Los minutos transcurren espiralados y nos llevarán muchas allá de lo que somos capaces de imaginar.

Andrea Calvete

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