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VISITA INESPERADA

Cual una daga cortó el aire con su entrada solemne, un silencio casi sepulcral acalló a los presentes. Su mirada transparente y sincera atrajo inmediatamente aún a aquellos que ya no creían en su existencia.

Casi sin gesticular, miró uno a uno a quienes se atrevieron a mantener la mirada, una prueba difícil de sortear, pero quienes lograron sostenerla se reunieron con ella en la habitación contigua.

Pasaron sin decir una palabra, la luz penetraba en abundancia y el sol brillaba como pocas veces. Se sentaron alrededor de la mesa y esperaron que aquel ser enigmático, pero atractivo comenzara a hablar.

La ansiedad los carcomía, pero sin embargo eran conscientes que tenía algo muy importante para decir. Y entonces sin más preámbulos dijo: “Sé que creen que me he perdido con el paso del tiempo, de la tecnología y los años, pero se equivocan, estoy aquí de pie para quien dignamente desee acompañarme, y se atreva a cumplir con lo que promete”.

Las miradas se tornaron perplejas y confusas, entonces dijo: “No teman, ningún hombre honesto teme ni a la luz ni a la oscuridad, podrán equivocarse, caer y empezar nuevamente, pero si pueden sostener las miradas de sus semejantes podrán caminar tranquilos”. Dichas estas palabras, la Honestidad se esfumó en un suspiro. Todos quedaron invadidos por una inmensa paz.

Andrea Calvete

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