Pirograbar es sencillamente fabuloso, un pequeño lápiz eléctrico comienza a tallar la madera y se genera una danza mística, en la que fluye algo que viene muy de adentro, que sorprende y a su vez fascina.
Piero ponía mucha pasión a todo lo que hacía, así pasaba largas horas absorto en otra dimensión inexplicable, que sólo el que se abstrae sabe lo que se siente.
Así junto con su gran compañero el mate, fue pasando la tarde y llegó la noche, la obra aún no estaba terminada, pero su cuarto había quedado invadido por delicioso aroma a madera quemada por ese lápiz mágico. Rastros de creatividad flotaron en aire dejando las puertas abiertas para que el talento fluyera.
Andrea Calvete