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VESTIDOS DE MAGIA

Todo encierra en sí mismo magia, esa ilusión que podemos aderezar a cada acto de vida, que esconde tantos significados y que sólo es cuestión del lente con que nos dispongamos a observar, es decir, de esa capacidad de descubrir y profundizar más allá de lo que se ve a simple vista.

La magia está sumamente conectada con esa capacidad de soñar, crear y sentir que todos tenemos guardada en algún lugar, sólo que a veces no le damos cabida. Esconde misterios, sueños perdidos o encontrados; y una pizca de ilusión con matices de esperanza. Es poder unir lo invisible con lo visible ¿Cuánto es lo invisible a nuestros ojos y oídos?, allí se paran los miedos, los prejuicios , preconceptos y lo que reprimimos.Todo permanece allí escurridizo a la espera de que nuestro ser creativo lo descubra.

Cada instante puede ser maravilloso, el poner a andar nuestros cinco sentidos es el primer gran paso para dar rienda suelta a lo que pretendamos dejar surgir, renacer o trascender, en ese acto en el que damos cabida a vibrar con todas nuestras fuerzas.

Es mágico cuando observamos a alguien a los ojos y descubrimos el brillo de una mirada, que cargada de muchísimos sentimientos habla. Del mismo modo, es increíble cuando nos abstraemos e intentamos dejarnos seducir por los sonidos o imágenes de las situaciones que nos rodean. Porque en definitiva el dejarse seducir no es nada sencillo, es abrirse de un modo especial a sentir y descubrir sin barreras ni preconceptos.

La vida es mágica en sí misma, porque encierra tantos misterios capaces de cautivarnos y encantarnos. Cuando vemos el nacimiento de un ser, cualquiera sea su posición en la naturaleza, asistimos a un acto lleno de magia en el que quedamos absortos y maravillados. Del mismo modo, la muerte tiene esa contrapartida de fin, de ruptura y puede ser oscura, fría y áspera, pero si logramos dejarnos llevar por la magia de la vida quizás en algún momento logremos estar preparados para esta instancia a la que ninguno escaparemos.

Lo que no podemos explicar, fundamentar o argumentar encierra muchas dudas, misterio, pero a la vez nos habilita a creer que es posible algo inmenso, inconmensurable, sólo es necesario darle cabida. Los seres humanos somos también seres espirituales, sustentados no sólo por un cuerpo que nos da vida sino por algo mucho más profundo que permite que toda esa maquinaria tenga andamiaje.

Generalmente, cuando se nos parte el corazón por algún motivo, se suele decir que somos débiles o estamos pasando un momento de vulnerabilidad. Siento que es algo más profundo, que estamos dando paso a nuestros más sinceros sentimientos que parten desde lo más hondo de nuestro ser. Y si algo nos hizo quebrar o resquebrajar es porque estamos abiertos a sentir, amar y compartir.

Cuando nos encerramos en el egoísmo, en nuestras necesidades y deseos olvidando todo lo que nos rodea, nos anestesiamos y dejamos de sentir por “salvar eso que nos hará salir a flote”, o paradójicamente nos hará sentir solos y aislados de los demás, sumidos en nuestro ego más profundo.

Los grandes problemas en la convivencia del diario vivir se basan en ese dejar primar nuestras necesidades y deseos, olvidando las de quienes nos rodean y conviven con nosotros. Las causas de este problema son múltiples, entre lo que no dejo de reconocer que es mundo altamente competitivo que nos prepara para eso. Sin embargo, depende de cada uno no deshumanizarse, impedir que estas reglas de juego nos hagan olvidar ¿quiénes somos, cuáles son los valores que nos sustentan y nos permiten avanzar día a día?

No dejarnos contaminar o impedir que la magia desaparezca de nuestras vidas es una tarea meramente personal, en una lucha permanente por enfrentar los paradigmas que nos han sido inculcados desde pequeños, en un modelo en el que todo debe ser eficiente y productivo, sin detenernos muchas veces a pensar ¿a qué costo logramos esto?

¿Dónde buscar la magia? En una sonrisa contagiosa, en el brillo del sol, en el cielo cargado de estrellas, en la mano que te acaricia con dulzura, en el oído que te escucha con paciencia y atención… en la vida de misma, en cada instante.

La podemos encontrar si trascendemos lo que nos preocupa, desvela o aqueja, y logramos ver todos los motivos que tenemos para estar agradecidos y para sonreír a la vida. Porque por más grises que sean los días, por más fuerte que soplen los vientos, siempre habrá alguien que necesite de nosotros, de nuestra ayuda sincera. Cuando nos solidarizamos con alguna persona damos sentido a nuestra propia existencia y trascendemos lo que nos sucede por ayudar al otro.

Es posible que nos tropecemos con la magia cuando, despedazados por el dolor, reconstruimos lentamente los pedacitos que han quedado y nos ponemos de pie fortalecidos, haciendo una pieza única con posibilidad de retomar el camino con fuerza y energía, dando así lugar a la resiliencia que todos en el fondo debemos cultivar.

Tantas veces cuando nos encontramos deprimidos, los médicos nos aconsejan ¿por qué no hace algo que le haga sentir útil? , y ¿por qué llegamos a sentirnos inútiles o carentes de posibilidades? Quizás porque estamos muy ensimismados en lo que nos sucede sin lograr vislumbrar que hay gente que está mucho peor que nosotros. Con esto no quiero decir conformarnos y no luchar por superar todo lo que sea necesario, pero siempre teniendo en cuenta a quienes nos rodean.

Quizás quien esté transitando un momento de mucho dolor no vea magia en nada, todo le resulte indiferente, insípido, o le dé igual, pero esta apatía muestra cuando una persona se bloquea a sentir porque está quebrada, caída. Aunque quizás sea un excelente aliado en cualquier tarea dejar entrar un pequeño rayo de luz y de esperanza.

Un maravilloso acto de magia podría presentarse cuando al caminar por la calle podemos ver en cada rostro que se nos cruza una preocupación o problema, o advertir que un compañero de trabajo no está bien porque tuvo un mal día, o si en el ómnibus repleto hasta el tope y cansados a más no poder cedemos el asiento a una persona.

Y si continuamos descubriendo momentos mágicos, llegaremos al instante en el que alguien nos agradece con una sonrisa radiante, o con una mirada cargada de emoción apretamos las manos a una persona y le decimos sinceramente gracias.

La magia está en el aire flotando, en los sonidos de la brisa, en las notas musicales, en el trinar de los pájaros, en cada acto de vida. Está allí junto a nosotros, sólo es necesario hacerla pasar, tomar asiento al lado nuestro, y será una entrañable compañía, por eso antes que nada dejémosla surgir.

La realidad sería muy aburrida si no le imprimiéramos magia porque con ella logramos moldearla de acuerdo a nuestros deseos y anhelos más profundos, de modo de trascenderla y así cargarla de ilusión.

Vestidos de magia abriremos las puertas a: la risa, los colores, los sonidos, las posibilidades y la creatividad de la mano de los sueños fortalecidos por la fe y la esperanza. Quizás no tenga demasiada explicación salvo el sentirla, o dejarse envolver por su suavidad y dulzura, dando lugar al baile que sólo nuestros sentidos estén dispuestos a danzar.



Acróstico de la Magia



M omentos únicos



A tesorados en el corazón



G uiados por algo



I nexplicable llamado



A morAndrea Calvete

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