CREAR ES TRASCENDER EL TIEMPO
El pintor con sus colores, telas y pinceles logra trascender el tiempo, al igual que escultor con su piedra y cincel, o el escritor con su pluma, o el filósofo con sus ideas, llegan todos a desdibujar las líneas del tiempo, para trascenderlas en su acto creador.
Cada actividad creadora nos lleva a desobedecer la tiranía del tiempo, con sus horarios y proposiciones, con sus días y noches, con el presente separado del pasado y del futuro. De alguna manera, nos permite descontracturar las horas y flexibilizar las precisiones a rajatabla.
Cada acto creador conlleva a buscar en lo más profundo de nosotros mismos, a descubrir algo nuevo y diferente que se manifestará a través de una forma que hasta el momento no había tenido cabida. Es como si la luz en un momento entrara a hacernos compañía para iluminar ese ser creativo adormecido pero expectante. Del mismo modo, la experiencia de amar, de gozar o de captar la verdad trasciende el tiempo al lograr esa sensación de intemporalidad sólo experimentada cuando nos abrimos a un acto en el que ponemos a volar la imaginación, los sentidos, la creatividad y lo mejor de nosotros mismos para lograr enfrentarnos a este acto con verdadera alegría.
Si bien podríamos confundir el gozo, placer, con la alegría, no son lo mismo. Podemos gozar sin alegría. La alegría no es sólo el éxtasis momentáneo, sino el resplandor que de alguna manera acompaña al ser. Generalmente, el acto creativo permite al ser resplandecer a través de su obra, de su creación, vibrar en una sintonía distinta y diferente, difícil de describir o manifestar. Esto explica de alguna manera cómo es posible trascender el tiempo y el espacio mediante el proceso creativo.
Que se encienda esa chispa divina en cada uno de nosotros parece casi una utopía, sin embargo es posible si nos abrimos a nuestros sentidos, a ese ser profundo que nos habita y nos habla día a día, pero que tantas veces no escuchamos o admitimos.
En la actualidad la tecnología si bien es nuestro gran aliado concomitantemente se ha convertido en un severo gobernante, que nos marca los tiempos y espacios vitales, en lo que queda muy poco lugar para nosotros mismos, para esa búsqueda personal y afectiva.
Que quede poco lugar para la búsqueda personal, no significa que no siga siendo un momento importante en nuestras vidas. Por lo tanto, encontrar un espacio en el que nuestro ser exprese y canalizar sus manifestaciones más profunda será instancias muy valoradas y apreciadas. Dentro de estas instancias el proceso creativo es una herramienta fundamental, en la que cada uno de nosotros podemos trascender el tiempo y hacer de él un lugar que cada uno sienta que todo fluye en armonía, sin prisa y en plenitud.
Cada actividad creadora nos lleva a desobedecer la tiranía del tiempo, con sus horarios y proposiciones, con sus días y noches, con el presente separado del pasado y del futuro. De alguna manera, nos permite descontracturar las horas y flexibilizar las precisiones a rajatabla.
Cada acto creador conlleva a buscar en lo más profundo de nosotros mismos, a descubrir algo nuevo y diferente que se manifestará a través de una forma que hasta el momento no había tenido cabida. Es como si la luz en un momento entrara a hacernos compañía para iluminar ese ser creativo adormecido pero expectante. Del mismo modo, la experiencia de amar, de gozar o de captar la verdad trasciende el tiempo al lograr esa sensación de intemporalidad sólo experimentada cuando nos abrimos a un acto en el que ponemos a volar la imaginación, los sentidos, la creatividad y lo mejor de nosotros mismos para lograr enfrentarnos a este acto con verdadera alegría.
Si bien podríamos confundir el gozo, placer, con la alegría, no son lo mismo. Podemos gozar sin alegría. La alegría no es sólo el éxtasis momentáneo, sino el resplandor que de alguna manera acompaña al ser. Generalmente, el acto creativo permite al ser resplandecer a través de su obra, de su creación, vibrar en una sintonía distinta y diferente, difícil de describir o manifestar. Esto explica de alguna manera cómo es posible trascender el tiempo y el espacio mediante el proceso creativo.
Que se encienda esa chispa divina en cada uno de nosotros parece casi una utopía, sin embargo es posible si nos abrimos a nuestros sentidos, a ese ser profundo que nos habita y nos habla día a día, pero que tantas veces no escuchamos o admitimos.
En la actualidad la tecnología si bien es nuestro gran aliado concomitantemente se ha convertido en un severo gobernante, que nos marca los tiempos y espacios vitales, en lo que queda muy poco lugar para nosotros mismos, para esa búsqueda personal y afectiva.
Que quede poco lugar para la búsqueda personal, no significa que no siga siendo un momento importante en nuestras vidas. Por lo tanto, encontrar un espacio en el que nuestro ser exprese y canalizar sus manifestaciones más profunda será instancias muy valoradas y apreciadas. Dentro de estas instancias el proceso creativo es una herramienta fundamental, en la que cada uno de nosotros podemos trascender el tiempo y hacer de él un lugar que cada uno sienta que todo fluye en armonía, sin prisa y en plenitud.
Andrea Calvete