¿COMO ACCEDER A LA QUINTA DIMENSIÓN?
Las dimensiones a través de las que nos movemos son parte de nuestra realidad, así como de la búsqueda en la que estamos inmersos cada día.
La primera dimensión tiene que ver con la altura, la segunda con el ancho, la tercera con la profundidad, la cuarta con el tiempo, y la quinta es una dimensión a la que desde hace mucho se intenta llegar a través de diferentes formas y que tiene correlación con trascender a lo más profundo de nuestro ser.
Esta misteriosa y quinta dimensión está íntimamente emparentada con lo que no se ve a simple vista, con lo que no se percibe fácilmente. Quien sea capaz de entrar en ella posiblemente se conecte con otras dimensiones ocultas.
Quizás si nos remontamos a los principios herméticos podríamos desafiar algunas de estas preguntas buceando por el “todo, que es mente”, abiertos nuestros sentidos para llegar al universo a través de nuestro ser más profundo.
Para la física clásica, las dimensiones están relacionadas con la longitud, la extensión, el volumen de los objetos y con el tiempo. Sin embargo, a través de la física cuántica podemos alcanzar otras dimensiones que existen en un plano que no podemos ver con nuestros ojos, nos introduce a lo no observado y también a las dimensiones no alcanzadas, es decir las relativas a nuestra evolución espiritual y nuestros estados de consciencia.
La materia está formada por átomos, y dentro del átomo, las partículas que lo conforman son insignificantes en términos del espacio que ocupan, y los espacios entre ellas son considerados “vacío”. Es decir que los átomos están compuestos de materia en proporciones casi inexistentes, y el resto no ocupado por ella es vacío. Por eso se habla del “valioso o preciado vacío del átomo”, un vacío que sí miramos con atención tiene correlación con nuestra existencia.
Los seres humanos somos parte y estamos inmersos en esa realidad cuántica ya que también estamos formados por átomos con inmensas posibilidades, siendo el pensamiento una realidad que nosotros mismos creamos en el universo, y éste una energía. El universo está formado por millares de energías y todos estamos conectados por ellas.
La quinta dimensión podría estar relacionada también con el término quintaesencia, una palabra compuesta que se deriva del latín quintus y esencia. Los antiguos alquimistas consideraban la existencia de cuatro elementos básicos en el universo: agua, fuego, aire y tierra; y utilizaban este término para referirse a lo que venía después de estos, es decir, un quinto elemento al que también se le denominaba éter o alma.
La quintaesencia es la perfección misma, la piedra filosofal, el elixir de la vida que sólo es posible una vez que se llega a un estado de pureza y se logra la transmutación en oro, que no necesariamente se refiere al metal, pues la quintaesencia reside en todas las cosas que existen en la Tierra.
En el cuento “La rosa de Paracelso” de Borges, el maestro Paracelso le dice a su discípulo que “el camino es la piedra, cada paso que darás es la meta, y no hay meta sino camino”. Esta quintaesencia nos retrotrae a este cuento, a esa búsqueda existencial en ese camino de vida, en el que intentamos acercarnos a la verdad, en el que también aspiramos a alcanzar la perfección.
La Quinta Esencia representa la aspiración, el aliento que mantiene la vida en lo creado. El propio ser se manifiesta por el aliento que da acción a la vida. De modo que el aliento o respiración es el medio que une el espíritu divino al cuerpo material.
Descubrir esa quinta dimensión o Quinta Esencia es un camino individual que, posiblemente, nos lleve hasta el atanor del ser, donde aparece el calor más íntimo, pues todo lo que ocurre en nuestro cuerpo y mente se aloja allí cómodamente, para dar lugar a los aromas de nuestra existencia, que podrán trascender en el tiempo a través de los seres que lograron compartir lo más profundo de que habita en cada uno de nosotros.
La primera dimensión tiene que ver con la altura, la segunda con el ancho, la tercera con la profundidad, la cuarta con el tiempo, y la quinta es una dimensión a la que desde hace mucho se intenta llegar a través de diferentes formas y que tiene correlación con trascender a lo más profundo de nuestro ser.
Esta misteriosa y quinta dimensión está íntimamente emparentada con lo que no se ve a simple vista, con lo que no se percibe fácilmente. Quien sea capaz de entrar en ella posiblemente se conecte con otras dimensiones ocultas.
Quizás si nos remontamos a los principios herméticos podríamos desafiar algunas de estas preguntas buceando por el “todo, que es mente”, abiertos nuestros sentidos para llegar al universo a través de nuestro ser más profundo.
Para la física clásica, las dimensiones están relacionadas con la longitud, la extensión, el volumen de los objetos y con el tiempo. Sin embargo, a través de la física cuántica podemos alcanzar otras dimensiones que existen en un plano que no podemos ver con nuestros ojos, nos introduce a lo no observado y también a las dimensiones no alcanzadas, es decir las relativas a nuestra evolución espiritual y nuestros estados de consciencia.
La materia está formada por átomos, y dentro del átomo, las partículas que lo conforman son insignificantes en términos del espacio que ocupan, y los espacios entre ellas son considerados “vacío”. Es decir que los átomos están compuestos de materia en proporciones casi inexistentes, y el resto no ocupado por ella es vacío. Por eso se habla del “valioso o preciado vacío del átomo”, un vacío que sí miramos con atención tiene correlación con nuestra existencia.
Los seres humanos somos parte y estamos inmersos en esa realidad cuántica ya que también estamos formados por átomos con inmensas posibilidades, siendo el pensamiento una realidad que nosotros mismos creamos en el universo, y éste una energía. El universo está formado por millares de energías y todos estamos conectados por ellas.
La quinta dimensión podría estar relacionada también con el término quintaesencia, una palabra compuesta que se deriva del latín quintus y esencia. Los antiguos alquimistas consideraban la existencia de cuatro elementos básicos en el universo: agua, fuego, aire y tierra; y utilizaban este término para referirse a lo que venía después de estos, es decir, un quinto elemento al que también se le denominaba éter o alma.
La quintaesencia es la perfección misma, la piedra filosofal, el elixir de la vida que sólo es posible una vez que se llega a un estado de pureza y se logra la transmutación en oro, que no necesariamente se refiere al metal, pues la quintaesencia reside en todas las cosas que existen en la Tierra.
En el cuento “La rosa de Paracelso” de Borges, el maestro Paracelso le dice a su discípulo que “el camino es la piedra, cada paso que darás es la meta, y no hay meta sino camino”. Esta quintaesencia nos retrotrae a este cuento, a esa búsqueda existencial en ese camino de vida, en el que intentamos acercarnos a la verdad, en el que también aspiramos a alcanzar la perfección.
La Quinta Esencia representa la aspiración, el aliento que mantiene la vida en lo creado. El propio ser se manifiesta por el aliento que da acción a la vida. De modo que el aliento o respiración es el medio que une el espíritu divino al cuerpo material.
Descubrir esa quinta dimensión o Quinta Esencia es un camino individual que, posiblemente, nos lleve hasta el atanor del ser, donde aparece el calor más íntimo, pues todo lo que ocurre en nuestro cuerpo y mente se aloja allí cómodamente, para dar lugar a los aromas de nuestra existencia, que podrán trascender en el tiempo a través de los seres que lograron compartir lo más profundo de que habita en cada uno de nosotros.
Andrea Calvete