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A LA CONQUISTA DEL MIEDO


No sabemos si nos contagiaremos el Coronavirus, al menos hacemos todo lo posible por evitarlo, pero el miedo un sentimiento que se propaga día a día mucho más veloz y letal que el propio virus, y así se esparce por las redes sociales. De este modo el corazón late rápido, el cuerpo transpira y el estómago pulsa. Al miedo hay que conquistarlo, para transformarle en un punto de superación y crecimiento personal.

¿Cómo conquistar al miedo, cuando día a día al leer las noticias nos enfrentamos a un montón de información que tiende a deprimirnos y a angustiarnos?

Los miedos se conquistan cuando les hacemos frente, cuando tomamos todas las medidas para superarlos, para sentirnos bien con nosotros mismos y con los demás.

No podemos permitir que el miedo nos lleve a inmovilizarnos, o a quedar atrapados en una inmensa tela araña, como perdidos en un intrincado laberinto.

El Coronavirus nos hace cuestionarnos de alguna manera en las grandes fallas de este tiempo que nos toca vivir, en el individualismo, en la competitividad, en el egoísmo, en la falta de solidaridad y de empatía. Es por eso, que tantas veces nos sentimos invadidos por la soledad y el aislamiento, y de esta forma la libertad se convierte en un sentimiento lejano.

El miedo surge de la mano de la desestabilidad y la incertidumbre nos quema la cabeza.

“El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma”, así lo expresa Aldous Huxley

Y el miedo no conduce a nada bueno, no nos permite ver las situaciones con nitidez, distorsiona las imágenes. Ya se me dirán que es inevitable sentirlo, lo sé, pero también depende de la voluntad de cada uno el hecho de superarlo y hacerle frente.

Existe un proverbio inglés que dice “nunca tengas miedo del día que no has visto”, porque mientras imaginamos o suponemos corremos un alto riesgo a equivocarnos. Así vivimos esperando y previendo lo que sucederá mañana, y desperdiciamos el presente con su infinidad de posibilidades.

Y por el camino del miedo, se pierde la esperanza, la razón, el equilibrio, se pierde la paz necesaria para proceder con cordura, con tranquilidad. Es un mal conductor que nos guiará al desánimo, al pesimismo, a un lugar oscuro e incómodo.

Evidentemente el miedo es un camino de defensa ante situaciones que no podemos solucionar. Existen dos formas de enfrentar el miedo: una no aceptarlo y descartarlo sin demasiados miramientos, cosa que no es sencilla porque para eso hay que vencerlo; o la segunda opción aceptarlo, que implica reconocer cierta vulnerabilidad, y enfrentarlo de la mejor manera, convivir con él de modo que podamos seguir viviendo.

El miedo se puede manifestar a través de la agresividad o a través de la sumisión. Vivimos en un mundo donde algunas personas se solapan en sus miedos, sus miserias, hacen cosas horripilantes, sin importar las consecuencias de sus atroces actos. En tanto, las situaciones cotidianas son de tal complejidad, que los más pequeños movimientos resultan desafíos inmensos, implican hacer frente a miedos de todo tipo en forma constante, pero éste es el tiempo que nos ha tocado vivir.

Igualmente, los optimistas, cargados de energía y valentía, se hallarán más fortalecidos a la hora de enfrentar los miedos, pues su entusiasmo y vitalidad serán poderosos instrumentos para no detenerse.
No sabemos si nos contagiaremos el Coronavirus, al menos hacemos todo lo posible por evitarlo, pero el miedo un sentimiento que se propaga día a día mucho más veloz y letal que el propio virus. Así el corazón late rápido, el cuerpo transpira y el estómago pulsa. Al miedo hay que conquistarlo, para transformarle en un punto de superación y crecimiento personal. 

Andrea Calvete


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