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AL RESCATE



En los sueños, en las partituras, en las páginas de un libro, en las palabras de la vida misma, suelen aparecer esos salvadores que impiden que nos ahoguemos ante una inundación o quedemos atrapados con la primera tormenta. Busquemos donde busquemos, allí están al rescate para que nos mantengamos a flote.

Ser rescatado es una sensación que tiene esa suerte de contradicción, por un lado la satisfacción de salir de ese lugar que nos incomoda o sofoca, pero por otro el sentir que necesitamos de la ayuda de alguien para poder superar lo que nos ocurre, y aquí viene el punto en el que me gustaría detenerme. No tiene nada de malo necesitar de alguien o de algo para poder superar un obstáculo, sin embargo es donde entran a jugar los cuestionamientos, el ego superpoderoso, infalible, que pretende permanecer autosuficiente sin que le otorguen una mano. Por otra parte, no falta quien vive en un permanente pedido de rescate y no llega a valerse por sí sólo nunca, pero aquí entraríamos dentro de un tipo de un comportamiento inadaptado por llamarlo de alguna manera.

Al rescate suelen venir las gotas del rocío para que el nuevo día comience húmedo ante los primeros atisbos de sol, o las sombras de las copas de los árboles para brindar frescura a las veredas, o las nubes para cargarse de agua suficiente para que cuando el tiempo lo disponga la tierra se refresque e hidrate. De alguna manera, vivimos en cadenas sin quererlo en que somos rescatados en forma continua sin darnos cuenta.

Los sueños suelen ser grandes disparadores de esos rescatistas que en forma solapada se esconden a través de imágenes confusas y por momentos incomprensibles, que en definitiva enmascaran a esos salvadores que vienen a socorrernos de lo que nos preocupa y ocupa y que queda allí atrapado en ese interior profundo llamado inconsciente.

Al rescate solemos ir cuando un amigo lo precisa, un compañero lo insinúa o alguien de la familia lo requiere, algunas veces a pedido y otras simplemente como mera forma de reaccionar frente a una situación a la que respondemos en forma automática sin pensarlo, solamente guiados por el sentido de la solidaridad y la ayuda. Cuando algo nace en forma genuina desde el corazón se produce un rescate casi mágico en el que por el arte de los vaivenes de la vida nos sintonizamos en esa energía armónica en la que nos vemos envueltos por el Universo.

Rescatarnos de la enviada, de la desidia , del desánimos, del sufrimiento, de los celos, de la mentira, del engaño, es tarea individual y personal, de ella depende que nos sintamos mejor con nosotros mismos y con los demás. Cuando rescatamos el lado de luz que en nosotros habita equilibramos las sombras y sitios oscuros que nos conforman para lograr sintonizar con armonía nuestros días.

Hemos sido rescatados muchas veces en el camino y no faltarán otras tantas en las que una mano atenta se solidarice y se tienda. Del mismo modo, nuestras manos se extenderán hacia otras personas que como nosotros necesitan esa mano atenta y fraterna, porque todo lo que va de alguna forma vuelve. Quien recibe en un acto casi reflejo da, es como un mecanismo mágico que se produce sin pensar, una iniciativa que surge desde la gratitud y el agradecimiento. Dar trae consigo la sensación de sentirte útil y productivo.

En los sueños, en las partituras, en las páginas de un libro, en las palabras de la vida misma, suelen aparecer esos salvadores que permiten que nos ahoguemos ante una inundación o quedemos atrapados con la primera tormenta. Busquemos donde busquemos, allí están al rescate para que nos mantengamos a flote.

Andrea Calvete

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