UNA DIOSA ESCONDIDA
Su presencia se manifiesta en la risa que brota con el sol de la mañana, en el brillo de los ojos que reflejan la luz de la luna, en la fuerza de sus palabras cuando alza la voz en defensa de lo que ama. Cada mujer lleva consigo esta diosa, una fiel compañera que la guía, la inspira y la sostiene en el camino de la vida.
Dentro de cada mujer reside un encanto que seduce con la fuerza de su belleza interior. Su constancia es como un río que fluye sin cesar, su paciencia como el árbol que espera las estaciones para florecer. Con tesón enfrenta los desafíos, transformando cada obstáculo en una oportunidad para crecer. En su aura habita la paz, y su presencia irradia armonía.
En cada mujer hay una diosa escondida que en los momentos de duda e incertidumbre susurra con su voz suave, para dejar surgir la voz interior reflejo de su sabiduría. Esa voz que emana desde lo más profundo representa la voluntad inquebrantable que la impulsa a seguir adelante, incluso en los momentos más difíciles. Su sabiduría se ilumina también de su gran intuición a la hora de confiar en sí misma y en los demás.
El amor incondicional que surge como madre, hermana, amiga, o compañera, refleja su cuidado desinteresado y sincero que se refleja en cada acto, que crece desde su potencial como dadora de vida, uno de los milagros más bellos de los que puede ser partícipe.
La mujer tiene una forma creativa y artística de ver el mundo, quizás porque la vida misma la ha llevado a sacar fuerzas en los momentos más críticos, y es allí donde la diosa creativa la colma de expresividad e imaginación.
En cada mujer hay una diosa escondida, una fuerza antigua y ancestral que la impulsa en el compromiso que asume consigo misma y con el mundo que la rodea, para ser fiel a sus pensamientos, palabras y acciones.
Andrea Calvete
