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TODO LLEGA EN EL MOMENTO JUSTO

En nosotros habitan las posibilidades, aunque no son claras por momentos están a nuestro alcance, es cuestión de abrirnos a ellas a dejarlas ser, para darnos la oportunidad de cambiar todas las veces que sea necesario.

Nuestro potencial es muy grande, sólo que no confiamos en que seamos capaces, no nos damos la oportunidad. Otras veces estamos tan cansados y apabullados que no discernimos y entonces le damos le cerramos la puerta a las oportunidades.

Dice un viejo refrán que “todo llega en el momento justo”, pero hay que estar atentos a lo que nos toca vivir día a día, no estar distraídos en asuntos que nos hacen perder nuestro tiempo y energía vital.

Dentro de las distracciones que nos llevan a cerrar las puertas a las posibilidades algunas autoimpuestas, otras por costumbres, por cansancio, por desgano, por dolor, las causas innumerables, pero más allá de ellas vale la pena parar unos instantes para ver todo lo que estamos dejando pasar, todo lo que no estamos haciendo para si dar cabida a lo que es el momento de hacer, de dejar emerger a esa posibilidad que está allí para darle paso.

Y aunque todo llega en su justo momento no siempre alcanzamos a comprenderlo, algunas veces luego de pasado mucho tiempo nos damos cuenta el porqué de tantas situaciones que hemos vivido, y entonces comprendemos que los posibles existen, que no está todo perdido, que aún por las grietas entra la luz.

Cuando nos paramos ante las posibilidades llevamos con nosotros a nuestras emociones que suelen ser grandes obstáculos a la hora de tomar decisiones, condicionan nuestra percepción, comportamiento, y es así que en determinados momentos nos dejan como atados de pies y manos sin poder decidir o avanzar. El estado de ánimo es el que colabora a favor y otras en contra. Por ejemplo, la alegría, el entusiasmo, la confianza, la esperanza son parte de percibir en forma adecuada esos posibles. Por su parte, el miedo, la preocupación, el exceso de expectativa, el temor al fracaso, contraen tanto nuestra percepción y es así que nos cerramos a esas posibilidades. Sin embargo, podemos cambiar nuestras emociones, aunque algunas veces son parte de lo aprendido, sufrido, estamos a tiempo de dar un paso para corregirlas, desde el reconocimiento y trabajo por lograrlo.

En nosotros habitan las posibilidades, aunque no son claras por momentos, están a nuestro alcance, es cuestión de abrirnos a ellas dejarlas ser, para darnos la oportunidad de cambiar todas las veces que sea necesario.

Andrea Calvete

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