DESGASTE EMOCIONAL
El desgaste emocional es poco tangible, se desarrolla silente día a día hace su trabajo sin que nos demos cuenta. Y comenzamos a dormir mal, a contracturarnos, a sentir el pecho oprimido y un cansancio en el cuerpo en el que parece que la cama es lugar más confortable. Así sin demasiados reparos, la angustia, el pesimismo, el desgano y la depresión se van colando en nuestro ser producto de ese desgaste discreto que se anuncia por pequeñas dosis letales.
Cuando las pocas fuerzas nos acompañan, el desánimo nos guía y el desaliento palmea la espalda, los horizontes comienzan a cerrarse, el aire escasea, y las emociones laten a ritmo lastimoso, de manera que todo nos cuesta un enorme esfuerzo, y los resultados apenas pueden percibirse en esa falta de luz y confusión.
El desgaste de cualquier tipo se produce en el momento que algo comienza a deteriorarse, a perder el funcionamiento adecuado, el ritmo, y se puede dar por múltiples factores, entre ellos el paso del tiempo y sus consecuencias, pero ante todo el no poder mantener en forma ese mecanismo que empieza a percibir fallas.
Nuestro cuerpo sufre diferentes desgastes, y así comenzamos a suplir algunas actividades, emparchamos por aquí y por allá hasta que todo funciona correctamente, o mejor. Sin embargo, uno de los desgastes más crueles y que nos cobra factura en todo el organismo es el desgaste emocional.
Generalmente, el desgaste emocional es el causante de tantas dolencias y enfermedades en nuestro cuerpo, pero como es invisible y sigiloso no lo percibimos hasta que hace estragos. Este 2020 se ha presentado ante nosotros encantado porque ha visto el terreno fértil en dónde trabajar: incertidumbre, enfermedad, tristeza, desencanto, falta de trabajo, crisis económica, y ante todo pocas esperanzas. Como dice un viejo dicho: “está en su salsa”, y allí se mueve como “Perico por su casa”.
Algunos más desgastados y otros menos, podemos haber sido víctimas del desgaste emocional, por eso estemos atentos cuando ande por la vuelta para servir de apoyo a quien se le acerque.
Quizás preocupados y ocupados por lo que ha sido este 2020, no hemos advertido su presencia, y nos hemos ocupado en situaciones que no podemos solucionar, que nos desgastan y quitan la energía, en lugar de cargar nuestro ser para poder continuar con lo mejor que hay en cada uno de nosotros, mientras el desgaste emocional “hace leña del árbol caído”.
Andrea Calvete