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CUESTIÓN DE RITMO

Todo es cuestión de ritmo, no hay lugar para nada más o lo hay. De un torbellino de ideas lejos trinan los latidos de los ojos donde trepa la esperanza.

Los deseos del viento dejan su huella en el olvido, recorren las colinas, alejados de los latidos de sus seguidores. Serenos se deshojan en una alborada tenue.

Se levantan copas dulces y agrias para beber de ese brillo perdido, y palpar la tersura de aquellos labios que han quedado dormidos con el vaivén de los años.

Un ladrido monótono es la melodía perfecta en aquel despertar en el que algún pájaro trina con algarabía. No tardan en responder al saludo otros perros en la lejanía. La armoniosa mañana transcurre mientras el brillo de sol entrelaza sus hilos de oro en las pequeñas gotas de rocío.

Se agitan las copas de los árboles con los deseos del viento, levemente se mueven airosas y despreocupadas, se dejan llevar por su aire cargado de libertad y de anhelos.

Un hilo turquesa comienza a tejar los colores de la esperanza que se esparcen diferentes tonalidades pasando por la más diversa gama de celestes, azules y verdes, hasta que una sensación renovada despierta al paisaje en el que los bríos toman las riendas de ese cabalgar ágil y prometedor.

Una libélula revolotea en medio de aquel torrente tornasolado en el que un aire casi mágico contagia un naranja vigoroso con las notas frescas y silvestres de un limonero en flor.

Todo es cuestión de ritmo. De un torbellino de ideas trinan los latidos de los ojos donde trepa la esperanza. Así con el brillo renovado miran el presente, y se disponen a caminar en esa orilla donde la espuma blanca yodada rompe con la llegada de cada ola.

Andrea Calvete

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