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TODA AVENTURA COMIENZA CON UN SÍ

Toda aventura empieza con un sí, como una puerta hacia el camino que se irá trazando pero del que poco y nada sabemos. Así nos lanzamos hacia un proyecto, destino, solos o acompañados, abiertos a que un mundo de posibilidades a las que decidimos decir sí, para embarcarnos en ese gran desafío que implica vivir.

Sí quiero, sí te espero, sí voy, sí estoy, sí comparto, sí…Quizás alguien pide permiso, y le decimos sí, o nos pide el celular, o el email, o tomar un café, o simplemente que le demos esa oportunidad para comenzar un diálogo, entonces al decir sí, posibilitamos algo. Lo importante es que para un comienzo tiene que haber una apertura, un sí que de espacio a todo lo que podrá surgir en la medida que uno esté dispuesto a embarcarse en conocer a una persona o a un acontecimiento que hasta ahora eran desconocidas. Con el correr de cada día nos enfrentamos a nuevas experiencias, situaciones, personas, conocimientos, una gran variedad por descubrir y aprender.

Cuando uno rememora el comienzo de una relación, de un emprendimiento, de algún acto de la vida, vemos que todos requirieron de ese punta pie inicial para comenzar, de ese sí decisivo para ser y tener cabida. Cuando nos abrimos a las oportunidades, ellas se amplían y se empoderan, se extienden, colorean, se perfuman y se acomodan cómodamente a hacernos compañía, porque de alguna manera nos abrimos a recibirlas y hacerlas efectivas.

Uno de los primeros sí conscientes son los de los primeros años de vida, cuando frente a esa primer cucharada de comida asentimos que sí o que no al abrir la boca o cerrarla como símbolo de aprobación o disgusto frente a esos primeros sabores que se incorporan a nuestra dieta. De alguna manera, en forma natural decimos que sí a ese universo desconocido hasta ahora de alimentos que gradualmente se suman en nuestra alimentación. Y así como incorporamos nutrientes, agregamos conocimientos, experiencias, y personas en nuestro diario vivir.

Si nos ponemos a pensar la aventura de la vida comienza con un sí, cuando un óvulo dice sí a un espermatozoide, y allí comienza la más grande e impresionantes de las aventuras la vida, un camino en el que afortunadamente no dejamos de sorprendernos, de admirarnos y también de lamentarnos, porque de eso se trata esta gran aventura en la que las posibilidades son inagotables así como el conocimiento y la superación personal.

Aventurarse es atreverse a hacer o decir algo que implica un riesgo, que es parte de ese desafío que nos ponemos por delante. Dicen que quien no arriesga no gana, pero en realidad no se trata de ganar o perder, sino de intentarlo, porque quien prueba se saca el sabor de la duda, de la incertidumbre, de lo que pudo ser y no fue . Porque, no hay nada peor que lo que no sucede porque nos cerramos a que tenga cabida. Generalmente, la frontera entre perder y ganar suele separarla la actitud, con ella somos capaces de enfrentarnos y salir adelante aún en las situaciones más complejas.

Toda aventura empieza con un sí, como una puerta hacia el camino que se irá trazando pero del que poco y nada sabemos. Así nos lanzamos hacia un proyecto, destino, solos o acompañados, abiertos a que un mundo de posibilidades a las que decidimos decir sí, para embarcarnos en ese gran desafío que implica vivir.

Andrea Calvete

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