CONJURO DE PAZ
Rompen con fuerza en la orilla del mar,
su blanca y espesa espuma acaricia la arena,
mientras el sonido apacible y constante,
invita a perderse en la inmensidad,
de sus aguas azules y profundas.
El sol como un baño de oro,
resplandece en el agua,
irradia su energía y hechiza.
Las miradas quedan cautivas,
los deseos flotan en el aire,
mientras que los anhelos
pierden su timidez y vuelan
libres como las gaviotas que
llegan a la orilla.
Sin palabras, ni rezos,
un conjuro de plenitud
y paz se ha instalado
en las blancas arenas,
que cobijan un plateado mar,
lleno de misterio y encanto.
su blanca y espesa espuma acaricia la arena,
mientras el sonido apacible y constante,
invita a perderse en la inmensidad,
de sus aguas azules y profundas.
El sol como un baño de oro,
resplandece en el agua,
irradia su energía y hechiza.
Las miradas quedan cautivas,
los deseos flotan en el aire,
mientras que los anhelos
pierden su timidez y vuelan
libres como las gaviotas que
llegan a la orilla.
Sin palabras, ni rezos,
un conjuro de plenitud
y paz se ha instalado
en las blancas arenas,
que cobijan un plateado mar,
lleno de misterio y encanto.
Frente al mar, es posible
desnudar nuestra alma,
nuestro cuerpo,
lo más íntimo.
Él sabe escuchar a quien
logra con sus pies descalzos
transitar por sus orillas llenas de historias,
de confesiones y plegarias,
que viajan ola tras ola,
como un secreto bien escondido,
regalando paz y plenitud.
desnudar nuestra alma,
nuestro cuerpo,
lo más íntimo.
Él sabe escuchar a quien
logra con sus pies descalzos
transitar por sus orillas llenas de historias,
de confesiones y plegarias,
que viajan ola tras ola,
como un secreto bien escondido,
regalando paz y plenitud.
Andrea Calvete