“EL RESULTADO MÁS ELEVADO DE LA EDUCACIÓN ES LA TOLERANCIA”
Por Andrea Calvete
La educación por la que tanto bregamos, por la que
trabajamos duramente para que las generaciones venideras se superen y puedan
afrontar esta era donde la tecnología y el conocimiento no se detienen, donde
existen tantas dificultades por enfrentar y asumir, no llegará a buen puerto si
detrás de ella no existe la tolerancia.
Pues sin paciencia, con apuro, y sin tolerancia no
lograremos nunca las metas deseadas. La educación si bien es un largo proceso
que va desde los hogares hasta los centros educativos, implica ciertos valores
que no podemos dejar pasar por alto.
La tolerancia es una virtud que escasea en esta época, pues
todo debe ser resuelto al instante, con astucia, y con la mayor prisa posible.
Pero la tolerancia camina de la mano de la paciencia, del saber: esperar,
escuchar, comprender, atender, e interpretar en forma adecuada. Implica también
tener la capacidad de respetar y admitir otras posiciones diferentes a las
nuestras, en un plano de diálogo e intercambio, aún en momentos que pueda haber
confrontación de ideas, el no perder el
atino, la compostura serán parte de lo que hemos aprendido.
Si bien los medios de comunicación son grandes aliados a la
hora de obtener información en apenas unos instantes, su uso inadecuado también
incidirá en los resultados, pues un niño que se pasa jugando a juegos de
Internet todo el día, pronto pierde su capacidad de diálogo e inserción social,
pues se aísla en mundo ficticio en el que él y su juego existen, convirtiéndose
muchas veces en situaciones patológicas. Esto no ocurre tan sólo a nivel de la
infancia, adolescentes y personas adultas suelen también insertarse en sus
monitores olvidando prácticamente todo lo que los rodea.
El no perder el diálogo intergeneracional es fundamental,
pues enriquece a todos los involucrados, y colabora a entenderse más entre las
distintas generaciones, sin que existan como ocurrían años atrás aquellas
barreras gigantescas que nos separaban a unas generaciones de otras.
Por su puesto, cada cual en su rol: educadores, padres,
abuelos, hermanos, tíos, amigos… pues los roles son algo que hoy también suelen
confundirse. Y aunque intentemos educar desde nuestro rol de padres o abuelos o
el que nos pertenezca no debe desdibujarse, y desde es de allí no podemos ocupar otro lugar que
no sea el nuestro.
Y dejando el tema de los roles que juegan un papel
preponderante, vuelvo al tema del principio, en que para que la educación sea fructífera se deberá infundir
tolerancia. Según Dalai Lama “la tolerancia y la paciencia son mucho más
profundas y efectivas que la mera indiferencia”. La indiferencia nos permite
esquivar los problemas, evadirlos, pero seguirán allí, y por lo tanto si
pretendemos mejorar la educación enfrentemos todos los problemas que sean
necesarios, con mucha tolerancia y paciencia para llegar a soluciones que
redundarán en el bien de toda la sociedad, y principalmente en las generaciones
futuras que son el devenir.
Pero la tolerancia se imparte, en el trato entre los
componentes de la familia, con los amigos, con los profesores, con los
empleados en un negocio, pues desde el respeto con el que tratemos a los demás
también seremos tratados. Por supuesto, no ha de faltar alguna persona que
rompa los parámetros, pero las excepciones no hacen a las reglas.
Soy madre, y siempre les recuerdo a mis hijos que desde el
respeto y la tolerancia hacia las demás personas ellos son capaces de expresar
todo lo que sienten o precisan transmitir, pues con educación cualquier tema
puede ser tratado o debatido siempre, y es algo que espero que nunca se
olviden, pues les redundará en su propio beneficio.
Finalmente tengamos presente la frase de Helen Keller “El
resultado más elevado de la educación es la tolerancia”, aunque muchas veces
todos somos humanos y perdemos la paciencia con facilidad y de pronto la
tolerancia, pero eso no significa sucumbir en el intento.