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MANDALA SÍMBOLO PUENTE

El mandala es una estructura de diseños concéntricos que representan la composición del universo y de la naturaleza. Es una palabra de origen sánscrito y significa círculo; representa la unidad, la armonía y la infinitud del universo mediante el equilibrio de los elementos visuales. En Oriente, mandala y vacío son conceptos relacionados con la meditación.

El círculo es perfección y equilibrio y se relaciona con la esencia de lo sagrado. Mientras el cuadrado el símbolo de la materia, del cuerpo y la realidad terrena. Es así que cada símbolo geométrico que aparece en el mandala tiene un significado y una interpretación.

Como símbolo de totalidad, el mandala es una herramienta para el bienestar humano, constituye diagramas simbólicos que permiten dejar fluir y a armonizar los estados psíquicos propios con el mundo exterior.

Fue el psicólogo Carl Jung uno de los primeros en investigar al mandala y su potencial en la Psicología y en el Arte. A través de los aportes de Jung se pudo apreciar el potencial del mandala que emerge del inconsciente universal, relacionados con nuestras percepciones y nuestro ser interno. Según Jung detrás de un símbolo confluyen dos realidades, una conocida y otra desconocida. Es así como el mandala es símbolo espiritual que trasciende el entendimiento lógico y racional para tomar contacto como lo más profundo del ser.

Durante la guerra Jung comenzó a dibujar mandalas en sus ratos libres, los dibujaba en la tierra, en el papel, en lo que tuviera a mano. En un determinado momento sufrió un infarto, y tuvo una experiencia próxima a la muerte, todo esto quedó plasmado en un diario personal que luego de su muerte fue publicado como el Libro Rojo. Además, fue un hombre interesado por la metafísica, el hermetismo y ocultismo, espiritualidad y alquimia,  pero dado su época fue algo que llevó a cabo en forma reservada.

El mandala es un símbolo, tanto figurativo como abstracto, logra aludir realidades no visibles y explicar conceptos más allá del lenguaje verbal, para tomar contacto con representaciones sensibles, creativas que tienen que ver con las ideas, pensamientos y emociones. Detrás de cada mandala se crea un mensaje. El símbolo se puede considerar como la piedra angular para aproximarnos a la verdadera naturaleza de las cosas, la totalidad del universo, en la que la relación sujeto-objeto se desvanece para fundirnos en un todo.

A través de la creación artística y del símbolo el hombre traspasa los límites de la lógica y se conecta con su parte intuitiva, más profunda, y deja por unos instantes el razonamiento que lo presiona en forma permanente dado el ritmo de vida actual, que a su vez lo condiciona y por momentos esclaviza. De este modo, el arte tiene la capacidad de reintroducir significados, cualidades, y nos permite trascender el tiempo y el espacio.

En su libro “Psicología y alquimia”, Carl Jung nos explica que en un momento de su vida tuvo la posibilidad de conocer a Lingdam Gomchen un lama tibetano. Este Lama le explicó que los mandalas tibetanos sólo podían ser obtenidos mediante la imaginación de un Lama instruido. Por lo tanto, ningún mandala es como los demás y todos son individualmente ricos y diferentes.

De esta forma Jung comprendió que una imagen interior es única e irrepetible y tiene que ver con el equilibrio anímico, cuando se pueden encontrar los pensamientos y las ideas. A su vez apreció que estas imágenes que provienen de visiones interiores forman parte de los símbolos más antiguos de la humanidad. Luego de años de estudios con distintos pacientes, pudo ver que el proceso de la producción de los símbolos del mandala se convirtió en un símbolo de equilibrio, entre la contrariedad y conflictividad de la situación consciente. Según su experiencia personal, gracias al dibujo de los mandalas, pudo observar su transformación psíquica día a día.

Jung considera que los mandalas son una expresión del inconsciente colectivo, son fenómenos ancestrales que están relacionados con las culturas y las sociedades. Para Jung el mandala forma parte de los arquetipos humanos. Según su interpretación, el centro del mandala representa el individuo, que busca perfeccionar su individualidad. La función básica que tienen entonces los mandalas es central las energías positivas - del cosmos o de las personas - y trabajar su ego, logrando dar así un sentido fluido, armonioso y evolutivo ante las situaciones de confusión y caos, o de excesiva racionalidad y rigidez. De esta forma el individuo se autoconoce, se acerca a su ser más profundo.

Los estudios realizados por Jung han permitido descubrir al mandala como herramienta terapéutica, un símbolo de totalidad, abarcada por el hecho de que existe un centro y una periferia que lo engloban. Por este motivo, en momentos de desorden o estados de caos mental, puede aparecernos este símbolo, ya sea en forma de mandala dentro de un sueño, o como dibujos fantásticos imaginados. Jung observó que sus pacientes espontáneamente dibujaban mandalas e interpretó que estos dibujos reflejan una tendencia natural de auto-regulación del psiquismo. Definió a los mandalas no solamente como manifestaciones simbólicas ancestrales, sino que yendo más lejos, las consideró una necesidad de la psique humana para organizarse.

Por todo lo compartido, los mandalas se los considera criptogramas que se relacionan con el estado interno y con el proceso de autoconocimiento. Símbolos puentes que nos permite trasladarnos hacia universos desconocidos, trascender planos y fronteras, volar, crear y transitar tiempos y espacios, más allá de lo imaginado, en una trasmutación constante.

Andrea Calvete

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