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UN VERDADERO DESASTRE

¿Quién ha decidido generar tanto mal estar?, ¿Quién ha osado interferir en la dulce armonía?, ¿Qué busca, qué pretende?... preguntas que no llegamos a contestar con seguridad, sin embargo, nos paramos frente a un caos en el que la cabeza parece estallar, y no sabemos bien para dónde agarrar.

Estábamos tranquilos en nuestra rutina, pero de pronto ha llegado esa noticia que nos ha amargado el día, que nos para en la vereda de la tristeza y la desazón, del frío de la deshumanización, de la falta de sinceridad y empatía.

Algunas veces quisiéramos dar marcha atrás las agujas de reloj, fingir que nada ha ocurrido. Y uno se pone a pensar por qué ocurren los hechos, y evidentemente son obra de un gran engranaje en el que hay una persona que es el primer desencadenante, ese propulsor que pone en funcionamiento en gran desastre, que como una bola de nieve comienza siendo algo pequeñito para luego convertirse en un gran problema.

Generalmente cuando hablamos de desastres nos referimos a los naturales, que ocasionan pérdidas de vidas, materiales, y sobre todo emocionales. Sin embargo, los desastres de todo tipo son parte de la dinámica de vida, y los más dolorosos son los creados por el propio hombre en el afán de ambición, ignorancia y fanatismo.

Pero no es oro todo lo que brilla, algunas personas enceguecidas por los brillos banales pretenden alcanzar ciertas metas y para ello se valen de la mentira, de la falta de ética, de la calumnia, y tantos artificios malévolos para lograr sus fines. Sin embargo, la vida nos muestra que a la larga la mentira tiene patas cortas, y todo lo que va vuelve, y de lo malo el producto no puede ser algo bueno, porque los cimientos son tan endebles que con el primer viento fuerte terminan por desmoronarse.

Algunas veces quisiéramos dar marcha atrás las agujas de reloj, fingir que nada ha ocurrido. Entonces respiramos hondo, y nos cargamos de la mejor energía, nos perfumamos con el amor sincero de las personamos queridas, y continuamos esperanzados con perseverancia y esfuerzo, porque sabemos que el tiempo no se detiene y que las injusticias continuarán sucediendo, pero cada día nos hacemos más fuertes porque tenemos la convicción de que si nos alineamos entre lo que hacemos pensamos y decimos, la armonía será el escudo protector más potente ante cualquier desastre que nos salpique de cerca.

Andrea Calvete

 

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