TARDE GRIS
Las gotas de lluvia se sujetan en el cristal frío, los ruidos monótonos y envolventes aplastan las horas. La memoria invadida por la humedad penetrante se clava en cada rincón. Tiesas las pupilas miran a la nada, en busca de un ápice de aliento, los pájaros trinan más allá de la tristeza de esta tarde gris.
La lluvia trae hasta aquí perfumes, sabores olvidados, se mezclan los recuerdos y lo que fue se desdibuja con lo que pudo ser, esa lucha frontal entre el pasado y el presente, entre lo que se nos escapó de las manos y nos dejó un hueco en el alma.
Perlados se mezclan algunos acontecimientos que quieren dar luz a esta melodía de tango triste. Resuenan notas de melancolía. A ritmo de bandoneón llora la tarde, mientras se envuelve en un abrigo de invierno y una bufanda perfumada por la madera mojada de los árboles.
El tiempo simula haber quedado estático, las preguntas oscilan sin respuesta, el dolor no encuentra refugio, y las excusas se enmascaran para hacer aflorar los sentimientos olvidados, perdidos en algún baúl añejo. Yacen las emociones mutiladas por las equivocaciones y el daño sufrido. Por un hueco se cuela la resignación.
Insensibilizada y agrietado por el frío, la tarde se presenta áspera, sin embargo, un cedrón le abre sus pulmones, oxigena sus recuerdos, mientras un beso olvidado le entibia la mirada.
Andrea Calvete