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EL AÑO QUE SE BORRÓ DEL ALMANAQUE

Tuve un sueño: el 2020 era borrado de un plumazo del almanaque, en su lugar había quedado un casillero en blanco.

Al llegar la medianoche brindaron, alzaron sus copas y las chocaron con un ¡salud! enérgico. Y así arrancó el año, jamás se les pasó por la cabeza lo que se avecinaba. El cielo de aquella noche fue testigo de ilusiones, de deseos y esperanzas que vibraron en cada corazón expectante.

El verano transcurrió entre noticias que llegaban de lejos generando alarma por un nuevo virus, Covid-19, que a partir de marzo tendría en jaque a la humanidad entera.

El 2020 ha sido un año complicado, diferente, ha llegado para sacudirnos. Convengamos que hay formas y formas de comunicarse, pero él ha decido no andar con buenos modales, si nos gusta bien y sino también. Como se suele decir “es lo que hay”.

¿Qué pasa cuando lo que hay no nos convence, no nos agrada, no nos entusiasma?, ¿qué sucede con los corazones rotos, con la ilusión partida, con la sonrisa borrada, con el dolor que resquebraja el alma? Ya sé, me dirán: “es la realidad que nos toca vivir”. Les pregunto: ¿No podemos hacer nada para cambiarla? Desde luego, todos y cada uno de nosotros hacemos lo que está a nuestro alcance para salir adelante, ¿pero está resultando suficiente?

Tuve un sueño: el 2020 era borrado de un plumazo del almanaque, en su lugar había quedado un casillero en blanco. El 2021 comenzó con toda la energía y el vigor. Todas las preguntas se fueron contestando y volvimos a encaminar nuestras vidas. De ese 2020 sólo quedó una sensación hasta ahora imposible de describir.

Andrea Calvete

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