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"VIEJOS SON LOS TRAPOS"

Hoy frente a esta “nueva normalidad” hasta el alma comienza a arrugarse. Y no dejamos de oír: “Agudicen cuidados personas mayores de 65 años”. Para algunos una fecha muy lejana, para otros una realidad en la que se sienten sanos y plenos. Sin embargo, esta situación lleva a que se desmoronen muchas ilusiones y la ansiedad se exacerbe, pero a no desanimarnos porque el mundo es de los que luchan, y "viejos son los trapos" según un viejo proverbio popular.

Adultos mayores para algunos, para otros tercera edad, dos nombres que parecen tener gran peso, a tal punto que muchas personas se sienten disminuidas porque han concluido un camino, mientras que en otros ámbitos ocupan importantes lugares, como cargos gubernamentales, empresariales y despliegan su sabiduría y energía.

Frente a esta realidad compleja y diversa ¿cómo es posible esta diferenciación tan abrupta y discordante? Por una parte, se habla de personas que ya han vivido su vida y necesitan descansar, aunque un gran número se sumerge en la tristeza, en la amargura, pues dependen de una magra jubilación, y al mirarse al espejo ya no queda ni un ápice de lo que fueron años atrás. Contrariamente, vemos gente mayor ocupando y desempañando roles en forma correcta a pesar de sus años.

A todo esto, sumamos, la irrupción del Covid 19, que se empeña en quitar de un borrón las esperanzas y el ánimo de muchas personas. Sin embargo, al Sr. Covid cabría recordarle que los años arrugan la piel, no el alma. Según Graham Greene “en el fondo de nosotros mismos siempre tenemos la misma edad”. Una frase realmente cierta, pues a pesar de los años las personas tenemos necesidades, sentimientos, expectativas que continúan en nuestros corazones latiendo como cualquier otro día de nuestras vidas.

Es necesario comprender que los seres humanos somos todos útiles independientemente de la edad que tengamos. El tránsito por la vida nos enriquece en experiencias, que posiblemente sean de ayuda a otras personas.

El hecho de estar vivos es maravilloso, el de no perder el entusiasmo, la alegría de vivir, de reír, de ser útiles, de aprender, de ayudar, de comprender… las personas valemos más allá de las canas, arrugas, o años vividos.

Según Bergman “envejecer es como escalar una gran montaña; mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena”.

Asimismo, es importante tener en cuenta que todos los integrantes de la sociedad somos indispensables, somos parte de un gran motor. Es así que las personas de edad media conforman un importante sostén social que trabaja con energía y años de experiencia, son la generación que media entre los más jóvenes y los más adultos. Por su parte, los más jóvenes son la ilusión, la esperanza. Y los mayores son la base del sostén de este gran mecanismo.

Todos somos imprescindibles, todos necesitamos los unos de los otros, siempre es posible aprender algo nuevo que nos enriquezca y estimule a ser mejores personas.

Eduardo Galeano señala que “hay quienes creen que el destino descansa en las rodillas de los dioses, pero la verdad es que trabaja, como un desafío candente sobre las conciencias de los hombres”. Y partiendo de esta reflexión se puede observar que desde la individualidad forjamos el devenir, y somos responsables en pensar en él como un lugar donde la equidad sea un sustantivo que juegue un rol preponderante.

Una sociedad de cara al futuro necesita que sus integrantes tengamos oportunidades de vivir dignamente, de acuerdo a nuestras capacidades y expectativas. Es necesario entender que dependemos de todos para salir adelante, pues la unión hace la fuerza. Y de allí, es que resulta tan importante no dejar de lado a los adultos mayores pues son un eslabón esencial en la cadena de la vida.

Tarde o temprano todos llegamos a vivir las distintas etapas de la vida pero cuando los años transcurren, y nos ubicamos en un estadío medio comprendemos mejor algunas situaciones que antes no lográbamos asimilar, pues ya no nos vemos tan lejos, y sabemos que “todo pasa y todo llega”.

Pero hoy en día, dado los adelantos, la tecnología, las personas cuando pasan los sesenta años se encuentran plenas llenas de vida y energía. Asimismo, dado que la calidad y las expectativas de vida son cada vez mayores, entonces debemos ajustarnos a lo que nos depara el futuro, que son generaciones cada vez más longevas y activas. Por eso. no podemos permitir que el Covid 19 nos venza.  A no desanimarnos porque el mundo es de los que luchan  y "viejos son los trapos" según un viejo proverbio popular.

Andrea Calvete

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