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MUNDO DE COLORES

Se entrelazan los colores, tejen historias, moldean corazones, enmascaran emociones, y vibran al ritmo de la vida. Me pierdo en su danza mágica, los observo admirada y los descubro con encanto.

La humedad y el frío del invierno los acomodan en esa sala en la que los azules se aquietan, mientras algún verde esperanzador asoma y un violeta con ánimo conciliador los acaricia. El aire rancio por el encierro les quita brillo y naturalidad, los encorseta intentando igualarlos pero aún así no lo logra. Cada uno a pesar de la tenue luz colorea el ambiente con los tonos propios de la estación. Un bandoneón melancólico palpita en sus corazones, mientras se ponen en pareja para bailar un tango cuerpo a cuerpo.

La tibia brisa primaveral les brinda la posibilidad de ser, alumbrados por una luz llena de esperanza. Los naranjas llaman entusiasmados a los amarillos para que les hagan compañía. Los rojos se apasionan y con sensualidad caminan. Los turquesas con elegancia y vigor navegan amenos pretendiendo hacerles compañía a todos los colores. El blanco y el negro de la mano se pasean duales y bellos. Los verdes en sus distintas tonalidades deslumbran con esplendor. Los azules dejan su sobriedad y se disponen a sentir. Las ventanas abiertas traen consigo el aroma de las flores llenas de encanto. El trinar de los pájaros fluye y los invita nuevamente a bailar, pero ahora a ritmo de vals, con sus mejores galas fluyen encendidos por la magia del renacer.

Cuenta el negro con su rictus solemne, que el naranja surgió de danza apasionada entre el rojo y el amarillo, bailaron toda una primavera y un verano sin parar. Así se gestó el naranja lleno de vigor y encanto, desbordante de una contagiosa energía.

El blanco bendecido por la luz , con el brillo de sus pupilas comprensivas ha logrado cautivar a todos los colores quienes encantados por su suavidad han contado sus secretos más profundos. El rosa pálido es el primero que se le ha hecho compañía con la delicadeza casi angelical que lo perfuma. Así el blanco con la serenidad que lo distingue es sumamente discreto a la hora de guardar cada palabra que le ha sido confiada.

El celeste pálido amanece entre todos y aguarda a que las horas transiten a su ritmo para que diferentes tonalidades tengan cabida.

Los observo extasiada, deslumbrada por su belleza y no dejan de bailar, próximos al comienzo del verano se deslizan a ritmo de tambores que asemejan a latidos embriagados por el entusiasmo y alegría de esta nueva estación. Rojos, naranjas, amarillos, violetas, turquesas, azules, celestes, rosas, marrones, blancos, negros, grises, todos danzan sin excepción.

Se entrelazan los colores, tejen historias, moldean corazones, enmascaran emociones, y vibran al ritmo de la vida. Me pierdo en su danza mágica, los observo admirada y los descubro con encanto.

Andrea Calvete

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