POR RÍOS Y MARES DE LA VIDA
Por los ríos y mares de la vida navegamos en el trayecto de nuestra existencia, que encierra tantos enigmas, que nos desafía día a día, en una propuesta constante e infinita en la que fluimos entre el vaivén yodado de posibilidades a descubrir y a conocer.
Perfumados por recuerdos invadidos por desafíos, sorprendidos por encuentros nos dirigimos en un mar llenos de dudas, de inquietudes y desafíos por remar entre los ríos y mares de los días.
Ríos rojos, mares turquesas, ensenadas calmas, aguas turbulentas, son parte de ese devenir en el que el agua fluye, mientras navegamos bajo cielos cubiertos de nubes o despajados horizontes inciertos. Así nos zambullimos en olas que nos conducen a diferentes orillas.
Las lágrimas se mezclan entre las aguas cristalinas, perfumes que se alejan bajo los influjos de la luna, horas de esperas, de dudas se deslizan mientras una sensación de tristeza acompaña el vaivén de ese mar que se oscurece entre los recuerdos que marcan la ausencia.
La sonrisa se dibuja en los trayectos en los que los rayos de luz traspasan el mar hasta llegar casi al fondo cristalino, están allí la calidez de aquellos días en los que la vida nos sonríe y nos llena de dicha.
Navegamos entre aguas turbulentas, y nos atascamos cuando una roca encalla nuestro barco, atrapados por la desesperación de no hundirnos manoteamos desesperados para continuar a flote. Y lo logramos, y el sol vuelve a brillar, las aguas se aquietan, y la paz parece restablecerse en nuestros días.
Y volamos como pájaros traspasamos noches, días, a través de lugares inciertos, situaciones imprevistas. De pronto, el desasosiego nos invade cuando ya no sabemos por donde continuar el rumbo, porque sentimos que una tormenta nos ha dejado en medio de la nada, como en un desierto de posibilidades. Con lo poco que nos queda de sentido común nos disponemos a seguir, nos dejamos llevar por ese viento con notas de esperanza que nos lleva a retomar el rumbo.
Las alas en el mar de las posibilidades siempre deben estar abiertas, dispuestas a volar entre las vicisitudes, a flamear esbeltas y abiertas para que el vuelo sea certero y apacible. Pero no siempre lo es, por momentos parecen estar averiadas a punto de romperse en mil pedazos. Aunque, la magia con su encanto y hechizo hace un milagro y reconstruye esas plumas hasta que sin darnos cuenta estamos parados allí para emprender un nuevo vuelo.
Los ojos de la ilusión son parte esencial en estas aguas en la que por momentos todo parece perdido, sin embargo siempre aparece una mano al rescate que posibilita dar paso a la esperanza.
Por los ríos y mares de la vida navegamos en el trayecto de nuestra existencia, que encierra tantos enigmas, que nos desafía día a día, en una propuesta constante e infinita en la que fluimos entre el vaivén yodado de posibilidades a descubrir y a conocer.
Perfumados por recuerdos invadidos por desafíos, sorprendidos por encuentros nos dirigimos en un mar llenos de dudas, de inquietudes y desafíos por remar entre los ríos y mares de los días.
Ríos rojos, mares turquesas, ensenadas calmas, aguas turbulentas, son parte de ese devenir en el que el agua fluye, mientras navegamos bajo cielos cubiertos de nubes o despajados horizontes inciertos. Así nos zambullimos en olas que nos conducen a diferentes orillas.
Las lágrimas se mezclan entre las aguas cristalinas, perfumes que se alejan bajo los influjos de la luna, horas de esperas, de dudas se deslizan mientras una sensación de tristeza acompaña el vaivén de ese mar que se oscurece entre los recuerdos que marcan la ausencia.
La sonrisa se dibuja en los trayectos en los que los rayos de luz traspasan el mar hasta llegar casi al fondo cristalino, están allí la calidez de aquellos días en los que la vida nos sonríe y nos llena de dicha.
Navegamos entre aguas turbulentas, y nos atascamos cuando una roca encalla nuestro barco, atrapados por la desesperación de no hundirnos manoteamos desesperados para continuar a flote. Y lo logramos, y el sol vuelve a brillar, las aguas se aquietan, y la paz parece restablecerse en nuestros días.
Y volamos como pájaros traspasamos noches, días, a través de lugares inciertos, situaciones imprevistas. De pronto, el desasosiego nos invade cuando ya no sabemos por donde continuar el rumbo, porque sentimos que una tormenta nos ha dejado en medio de la nada, como en un desierto de posibilidades. Con lo poco que nos queda de sentido común nos disponemos a seguir, nos dejamos llevar por ese viento con notas de esperanza que nos lleva a retomar el rumbo.
Las alas en el mar de las posibilidades siempre deben estar abiertas, dispuestas a volar entre las vicisitudes, a flamear esbeltas y abiertas para que el vuelo sea certero y apacible. Pero no siempre lo es, por momentos parecen estar averiadas a punto de romperse en mil pedazos. Aunque, la magia con su encanto y hechizo hace un milagro y reconstruye esas plumas hasta que sin darnos cuenta estamos parados allí para emprender un nuevo vuelo.
Los ojos de la ilusión son parte esencial en estas aguas en la que por momentos todo parece perdido, sin embargo siempre aparece una mano al rescate que posibilita dar paso a la esperanza.
Por los ríos y mares de la vida navegamos en el trayecto de nuestra existencia, que encierra tantos enigmas, que nos desafía día a día, en una propuesta constante e infinita en la que fluimos entre el vaivén yodado de posibilidades a descubrir y a conocer.
Andrea Calvete