El SOL DE AGOSTO BRILLA DIFERENTE
El sol de agosto brilla diferente, es más luminoso y trae consigo destellos de una próxima primavera. Los aromas de un amanecer se mezclan con el aire fresco y radiante, con la suavidad de un veranillo que amaina el frío del invierno que lentamente se retira.
Las palabras a la espera de que tomes una decisión, te rodean silenciosamente, mientras caminas dubitativo. Por entre los hombros miras un pasado al que cuestionas y le planteas dudas, mientras te paras en un presente al que no disfrutas plenamente por querer acercarte rápidamente a ese inminente futuro en el que aún ves posibilidades. Estás allí parándote entre algodones intentando amortiguar esa próxima caída que quisieras evitar.
El sol de agosto brilla diferente, es más luminoso y trae consigo destellos de una próxima primavera, aromas a flores cercanas que parecen dejar pasar una pizca de esperanza. Miras por la ventana y el día te palmea la espalda te invita a decir: “Sí estoy a tiempo de cambiar el chip, de dar vuelta la página, de decidirme a hacer lo que quiero, este es mi momento”.
Pero, ¿por qué algo tan sencillo como hacer lo que creemos es justo y necesario se convierte en una tarea ardua y poco alcanzable?
Quizás existan múltiples respuestas ante esa pregunta que nos interpela tan frecuentemente, aunque el temor y la duda suelen ser los que nos cortan las alas. A ellos se suman, los cuestionamientos, los reproches, que nos acompañan y se manifiestan de diferente manera.
Es cuestión de decisión y entereza, pararse frente a todo lo que nos deja avanzar para sacarlo del medio de un plumazo, sin miramientos, sin lugar a lo que pudo ser, a cuestionamientos, a frustraciones, o fracasos, porque lo que no ha sido, no lo es. Ahora está a nuestro alcance lo que puede ser en base a lo queramos que sea, a lo que estemos dispuestos a hacer realidad.
Sin embargo, una de las tareas más difíciles de realizar es ser jueces de nuestro propio camino, al que tantas veces nos paramos con benevolencia, y otras tantas sin piedad no nos perdonamos lo más mínimo. Seguramente lo que nos incomode o lastime, lo que nos impida sentirnos bien, lo ocultemos en el lugar menos visible. Contrariamente permitamos surgir lo bueno, lo que nos da energía vital. Sin embargo, en este análisis cabe cuestionarse ¿por qué las miserias humanas son lo que primero negamos u ocultamos?, ¿es que no podemos o queremos aceptar nuestras debilidades, nuestros errores, nuestros lados oscuros? El justo equilibrio tan difícil de lograr es el que nos permite ver con sana visión y pararnos en lugar indicado para que nuestro andar sea justo y perfecto.
El sol de agosto brilla diferente, es más luminoso y trae consigo destellos de una próxima primavera. Los aromas de un amanecer se mezclan con el aire fresco y radiante, con la suavidad de un veranillo que amaina el frío del invierno que lentamente se retira.
Andrea Calvete
Las palabras a la espera de que tomes una decisión, te rodean silenciosamente, mientras caminas dubitativo. Por entre los hombros miras un pasado al que cuestionas y le planteas dudas, mientras te paras en un presente al que no disfrutas plenamente por querer acercarte rápidamente a ese inminente futuro en el que aún ves posibilidades. Estás allí parándote entre algodones intentando amortiguar esa próxima caída que quisieras evitar.
El sol de agosto brilla diferente, es más luminoso y trae consigo destellos de una próxima primavera, aromas a flores cercanas que parecen dejar pasar una pizca de esperanza. Miras por la ventana y el día te palmea la espalda te invita a decir: “Sí estoy a tiempo de cambiar el chip, de dar vuelta la página, de decidirme a hacer lo que quiero, este es mi momento”.
Pero, ¿por qué algo tan sencillo como hacer lo que creemos es justo y necesario se convierte en una tarea ardua y poco alcanzable?
Quizás existan múltiples respuestas ante esa pregunta que nos interpela tan frecuentemente, aunque el temor y la duda suelen ser los que nos cortan las alas. A ellos se suman, los cuestionamientos, los reproches, que nos acompañan y se manifiestan de diferente manera.
Es cuestión de decisión y entereza, pararse frente a todo lo que nos deja avanzar para sacarlo del medio de un plumazo, sin miramientos, sin lugar a lo que pudo ser, a cuestionamientos, a frustraciones, o fracasos, porque lo que no ha sido, no lo es. Ahora está a nuestro alcance lo que puede ser en base a lo queramos que sea, a lo que estemos dispuestos a hacer realidad.
Sin embargo, una de las tareas más difíciles de realizar es ser jueces de nuestro propio camino, al que tantas veces nos paramos con benevolencia, y otras tantas sin piedad no nos perdonamos lo más mínimo. Seguramente lo que nos incomode o lastime, lo que nos impida sentirnos bien, lo ocultemos en el lugar menos visible. Contrariamente permitamos surgir lo bueno, lo que nos da energía vital. Sin embargo, en este análisis cabe cuestionarse ¿por qué las miserias humanas son lo que primero negamos u ocultamos?, ¿es que no podemos o queremos aceptar nuestras debilidades, nuestros errores, nuestros lados oscuros? El justo equilibrio tan difícil de lograr es el que nos permite ver con sana visión y pararnos en lugar indicado para que nuestro andar sea justo y perfecto.
El sol de agosto brilla diferente, es más luminoso y trae consigo destellos de una próxima primavera. Los aromas de un amanecer se mezclan con el aire fresco y radiante, con la suavidad de un veranillo que amaina el frío del invierno que lentamente se retira.
Andrea Calvete