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EL CAMINO DE LA VERDAD

El espíritu de la verdad camina por entre las calles empedradas, mientras un carruaje se pasea bajo una noche estrellada en el Sena, las campanas de un reloj a lo lejos son el marco ideal para que las preguntas se establezcan y vaguen entre los hombres que habitan sus calles perfumadas por preguntas en busca de respuestas.

La cúpula celeste de las emociones visten los más fervientes deseos, descalzos caminan quienes han decidido despojarse de preconceptos para unirse con humildad y entereza al trayecto. No es fácil dejar atrás el ego que nos habita, las pasiones que nos corroen, o los misterios que no alcanzamos a develar, sin embargo, allí estamos en un intento por continuar la búsqueda.

¿Un propósito de vida, un objetivo inalcanzable, un imposible disfrazado que nos guía, un simulador de situaciones, o quizás una búsqueda intensa, profunda y desmedida? Todas preguntas que nos interpelan en el camino de la verdad, a la que luego de estos y otros cuestionamientos damos cabida al espíritu de la verdad, un espíritu que vuela libre, diáfano, que extiende sus alas hacia diferentes destinos.

Un coro de voces sacras se escabullen entre el aire húmedo de una noche que se para frente a un día soleado que acaba, mientras preguntas permanentes asaltan a los transeúntes que llevan la prisa de este siglo XXI vertiginoso, imparable, cómo reconocer el progreso real de una persona, su espíritu, su materia, cómo enfrentar a la fe y a la razón , lo claro y a lo oscuro, las fuerzas del bien y del mal, cómo enfrentar el conocimiento con el alma abierta.

Porque abrirnos al conocimiento no es poca cosa, es desaprender lo aprendido, instituido, para cuestionarnos, para abrirnos con la inteligencia, con el pensamiento, cuestionadores, reflexivos, pero a su vez tolerantes y comprensivos. Es decir pararnos con espíritu crítico. Quizás en todas estas preguntas aparezca el llanto silencioso de los inocentes, a quien nadie logra aplacar su dolor.

Quizás cuando nos paramos frente al espíritu de la verdad nos sintamos como quien toca la punta de un iceberg, en el que comienzan a desencadenarse un sinfín de porqués, de preguntas que no alcanzan a arrojar luz, pero que sin embargo están allí para continuar profundizando en ellas.

Un tema que ha dado lugar a distintas corrientes filosóficas, que ha desafiado al tiempo y al espacio, y que continúa hoy siendo un disparador de debate, diálogo y búsqueda.

La relatividad y esencia de la verdad, se han expresado través de diferentes simbologías, que dejan de manifiesto la permanente búsqueda del hombre por conocerse a sí mismo y al Universo que lo rodea.

Tantas verdades como individuos existen en la Galaxia, tan discutibles y respetables todas ellas. Aunque tras el correr vertiginoso de la tecnología y la globalización, se han desdibujado valores, entre ellos el respeto y la tolerancia entre las personas.

La vida es permanente búsqueda, cuestionamiento, enfrentamiento a diferentes realidades, algunas veces contrapuestas, difíciles de aceptar o comprender.

El navegar por la búsqueda interior es un pendiente de este siglo XXI que ha puesto sus cartas en el avance tecnológico, en la búsqueda de soluciones instantáneas para todo, olvidando que el hombre es un ser espiritual que en la medida que adormece está parte de su ser, se le hace mucho más complejo encontrar esas respuestas existenciales tras las que ha corrido a lo largo de los tiempos.

De la mano de la verdad, se filtra solapada la mentira, envuelta de engaño, distorsión y omisión de información. Sin embargo, la mentira suele ser desenmascarada con el tiempo, y sale a luz lo que es y no lo que ella hubiera querido que fuera.

Cruzar la delgada línea entre la verdad y la mentira es cuestión de segundos, y requiere tan sólo de contar la parte que nos interesa en omisión de la sustancial de la información que se maneja, o manipular lo que deseamos transmitir para lograr un determinado cometido.

En mundo que manipula a sus integrantes con mucha facilidad es necesario saber ¿dónde estamos parados, qué buscamos, qué queremos, qué anhelamos, qué sentimos?, para poder ser libre pensadores, para poder tomar nuestras propias decisiones y aproximarnos a esa verdad, tras la que posible corramos una vida entera.

Fuerzas contrarias nos enfrentan cada día, nos hacen trampas, nos ponen obstáculos, y cuando caminamos hacia esa verdad tras la que corremos a lo largo de la vida, permanentemente nos enfrentamos a hogueras en las que nuestras convicciones y deseos se exponen para ser quemados por los inquisidores que no quieren que salga a la luz ese espíritu de la verdad. Este espíritu va más allá de épocas, religiones, creencias, ideas, pensamientos o siglos de vida, que viene desde la noche de los tiempos para que con esfuerzo y viva ilusión corramos detrás del él hasta el fin de nuestros días.

Andrea Calvete

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