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¿BAILÁS?

Eclipses de sol y de luna cubren los cielos de nuestros vuelos, de esos recorridos únicos e irrepetibles, llenos de ausencias y presencias, de llegadas y partidas, de colores brillantes y pálidos, de placer y de disgusto, o de meros momentos de permanencia gris y austera.

En ese movimiento pendular que nos lleva a oscilar entre el pasado y el presente, bailamos en este aquí y ahora, nos abrazamos a esos instantes mágicos que delicadamente se escapan de nuestras manos.

Tras ese andar, se suceden los finales y los comienzos. En las retinas quedan grabados sucesos que han impactado en nosotros, que se repiten en los sueños, en los pensamientos, o en las nubes que de pronto corren ligeras y despreocupadas, quitándole ese carácter acartonado que los habita.

Por momentos, la razón se nubla y afloran los sentimientos que nos llevan por el camino de sus necesidades imperiosas, y se produce un gran desencuentro cuando intentan ponerse de acuerdo, porque sordos e indiferentes cada uno sigue su propósito.

Sin embargo, por más que intentemos detener el tiempo, fluye armonioso sin importar si nos hemos detenido a lamentar algo, o esperar que lo que sea, con rostro apacible nos palmea el hombro y dice: “ No te detengas, es preciso que me acompañes, no te sientes a esperar que la vida pase, vivíla”

Entonces, lo mirás descreído y comprendés que tiene razón, pero seguís sentado a la espera de que una señal te muestre el rumbo. Al abrir la ventana, el aire sincero te acaricia, brillan los ojos descreídos de que un milagro aún es posible, de los latidos espontáneos aún tienen cabida a pesar de la artificialidad que te rodea y abruma en esta cotidianeidad consumista, cerradora de puertas y de sueños.

Con sencillez y naturalidad te sorprende un nuevo día, majestuoso vibra en cada albor, y te despeina con la brisa del cielo que te despierta lleno de energía.

La vida es una fiesta que te invita a celebrarla todos los días, aunque haya días que te niegues a participar en ella, no se rinde y espera que te pares de esa silla que te detiene y te pongas de pie para bailar a su lado, desde luego bailarás a tu ritmo y a tu tiempo, dejando fluir lo que hay en ti.

Andrea Calvete 




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