Atrincherados en la nube de los deseos los sí esperan a que les demos cabida, a que los dejemos volar. Nubarrones grises se interponen, los aprisionan, por temor, indecisión, o simplemente por no ver con claridad el camino a seguir. Lo claro es que si no suma que no reste. En esa puja por decidir, entran en nuestra vida conceptos y personas que en realidad no tienen demasiada cabida, sería atinado preguntarnos si agregan algo , si aportan de alguna forma a nuestro día a día, y lo más importante es que no nos quinten tiempo o energía, elementos que en la medida que pasa la vida se hacen más escasos y necesarios. Evidentemente, de lo malo, de lo difícil es donde más aprendemos, porque desde las cicatrices nos fortalecemos, y resurgimos como el Ave Fénix. Sin embargo, está en cada uno no desaprovechar cada instante, cada día en el que tenemos un sinfín de oportunidades para sumar, para elegir y hacer que cada momento sea irrepetible y mágico. Quizás aquí radique la mayor dificultad, por
Por Andrea Calvete Tantas veces nuestro corazón sufre, no encuentra consuelo, y nos hallamos ante un verdadero laberinto, del cual nos es prácticamente imposible salir. Donde las razones pierden el sentido, y las respuestas se alejan tan distantes que no alcanzamos a distinguirlas. ¿Es qué a caso alguien merece nuestras lágrimas?, quizás quien esté sufriendo por un desencanto o desilusión conteste rápidamente que sí a esta pregunta. Por otra parte, si nos ponemos a pensar en algún momento de la vida todos hemos sufrido por causa de una persona. Entonces ¿cómo encarar el dolor? Si reflexionamos sobre la frase de Gabriel García Márquez que dice que “ninguna persona merece tus lágrimas, y quien las merezca no te hará llorar”, tal vez comprendamos que quien realmente nos quiere o aprecia no nos hará llorar, por el contrario intentará hacernos sonreír y vibrar. Nos valorará tal cual somos, y es posible que su mirada nos realce, pues los ojos del amor tienen esa virtud de embellecerlo t
Brillar día a día, ser luz del propio camino es un desafío permanente, en el que nos deslizamos y transcurrimos más allá de concretarlo. A través de reiterados intentos pretendemos flotar dentro de un mar lleno de olas, en la que resulta difícil no ahogarse. Y aunque parezca una gran paradoja no se brilla sin oscuridad. Esos grandes contrastes que se producen en nuestro diario vivir son los que nos permiten aprender y enriquecernos a través de esas situaciones que nos ponen a prueba, que hacen sacar nuestras luces y sombras. En los momentos más oscuros surge esa luz que es capaz de brillar aún en nuestra más profunda oscuridad. Es que somos esa dualidad misma en la que el brillo contrasta con la oscuridad, en la que lo peor de nosotros se enfrenta a lo mejor, y de ese enfrentamiento dual surge nuestra verdadera esencia. Habitualmente, solemos negar nuestros defectos nuestras partes oscuras. La sombra es un lugar donde no llega la luz y cada cuerpo proyecta la suya. Lo malo e