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AL ENCUENTRO DE UN MOTIVO

Día a día los motivos se desdibujan, la esperanza empalidece y los porqués se diluyen en una maraña de situaciones que se hacen confusas. Sin embargo, parafraseando a Eladia Blázquez “siempre hay un motivo, si encuentras el modo de sentirte vivo, a pesar de todo”

El motivo es lo que nos impulsa a hacer, a proyectarnos a movernos. Pero no siempre tienen el fin de ser alcanzados, sino que nos sirven como puntos de partida, de esta forma parecen convertirse en algo secundario, aunque en el fondo continúan siendo enorme disparadores.

Los motivos suelen perder fuerza cuando las explicaciones se hacen complejas, cuando las desilusiones nos acechan o las ingratitudes nos visitan.

¡Qué motivo más maravilloso el de estar vivos, el de poder disfrutar de este aquí y ahora! Sin embargo, este pensamiento puede resultar de poco interés cuando nos derrotamos y entregamos frente a los contratiempos y problemas de la vida. Nuestros sentimientos tienen motivos ocultos, difíciles de explicar y desentrañar, por eso esa búsqueda interior es tan necesaria a lo largo de la vida.

Dice un viejo proverbio: “Quien quiere hacer algo encuentra un medio, quien no quiere hacer nada encuentra una excusa” Así los seres humanos motivados por hacer o no hacer nos conducimos y tomamos decisiones diariamente.

Encontrar ese motivo que te dé un empujoncito es primordial para que nos se apague la chispa de la vida que nos mantiene encendidos para continuar con fe y esperanza.

Al encuentro de un motivo caminamos para descubrir entonces lo mejor de cada uno de nosotros, pues lo que motiva nos mueve y nos da impulso vital.

Andrea Calvete



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