CIELO ROSA
Un cielo rosa pálido recibe a la luna, la admira deslumbrado
no quiere quitarle protagonismo. Su
enorme blancura lo deleita en medio de un atardecer húmedo y frío, en el que extasiado
por su hechizo regala los más bellos colores del fin del día.
La luna inmensa advierte sus facciones, entrecierra sus ojos
y acepta la invitación del cielo, que la toma de la mano y la saca a bailar. Una
sinfonía de violines perfuma su presencia y acompaña este mágico encuentro.
Alguna estrella intenta asomarse a la escena, pero es tan
perfecto el momento que se abstienen de interrumpirlos.
La naturaleza también conspira, no corre ni si quiera una
brisa, no quieren despeinar a la luna, ni distraer al cielo que se ha tomado el
trabajo de despedir una a una a las nubes.
El cielo rosa permite a la luna ser y brillar para realzar
su belleza y encanto.
Los pájaros también desde los árboles los observan.
Se ha detenido el
mundo en ese instante en el que el día
se despide lentamente para dar paso a la noche.
Andrea Calvete